En estos días, hemos visto los motines que ensombrecen Estados Unidos, debidos a la detención y fallecimiento de George Floyd. Las imágenes que han dado la vuelta al mundo, nos hacen visionar que este hombre falleció a causa de la brutalidad policial. El primer informe forense que se realiza, apunta a patologías previas del detenido y el segundo más concretamente, a una dolencia cardiaca y al consumo de drogas. Sin entrar a juzgar los hechos acontecidos, quiero poner el foco en la multitud de protestas llevadas a cabo en varias ciudades de Estados Unidos y de otros países; algunas pacificas y otras muy violentas. Lo que llama la atención de este caso y de estas protestas, es la capacidad que tienen los medios de comunicación para agrandar unas cosas y para empequeñecer otras; y aquí entrare ya profundamente en la esencia de este articulo. Es sorprendente que la muerte de una persona movilice tal cantidad de gente y con tan nefastas consecuencias, teniendo en cuenta, que en el mundo mueren todos los años más de cincuenta millones de niños (abortados) y que no se observe ningún movimiento en contra, ni parecido ni menor al que está provocando el caso de George Floyd.

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Se puede entender, que en el ámbito del relativismo la vida del no nacido no tenga importancia; ya sea porque se le considera una carga, un quiste, o lo que cada uno de manera particular quiera considerar sin tener en cuenta las razones biológicas o morales.
Lo que llama particularmente la atención, es que muchos Católicos laicos (incluso algún que otro sacerdote) hayan asumido el aborto de manera relativista, máxime cuando la doctrina es tan clara en este particular y a la vez tan contundente, pues el catecismo de la Iglesia Católica no puede dejar más claro y de manera más rotunda, la opinión que la Iglesia tiene sobre este particular: “ La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos los derechos de la persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida(catecismo 2270)”.
O como también podemos leer en la Biblia: “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado (Jr 1,5; Jb 10,8–12; Sal 22, 10–11).”
Y teniendo en cuenta la pena de excomunión directa en la que puede incurrir un católico que pueda favorecer un aborto que termine consumándose: “La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. «Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae» (CIC, can. 1398)”.
No puedo negar mi asombro, cuando tras comentar el tema del aborto con gente que milita en comunidades Católicas y con cierta formación doctrinal en conversaciones privadas donde no se temen represalias de ningún tipo, no se afronte este tema con rotundidad; sino más bien de manera huidiza y temerosa. Pareciera que un gran sector del laicado Católico haya sido infiltrado también por este relativismo imperante.
Mi sorpresa crece, cuando veo gente que milita en comunidades y que conozco bastante bien, y que se escandalizan con el episodio del policía, presionando con la rodilla el cuello de George Floyd (algo lógico), pero que nunca veo escandalizada con el asunto del aborto (cosa que no veo tan lógica). Pensando en todo esto, es cuando se me viene a la cabeza como un flash la célebre frase del evangelio: “Filtráis el mosquito y os tragáis el camello”. No porque el caso de George Floyd no merezca ser defendido, si no porque creo que cincuenta millones de abortos al año en el mundo, merecerían una defensa igual, por parte al menos de los Católicos comprometidos.
Alicia Ruiz Ramírez
Así es! Una sociedad que mata a los niños, es una sociedad que ha perdido el rumbo completamente. Ella misma va muriendo poco a poco.