Según un trabajo elaborado por la Unión Industrial Argentina sobre 700 compañías encuestadas, sólo un 17% de ellas produce a nivel previo a la pandemia; mientras que más del 43% produce con caídas mayores del 50%. Respecto a las ventas, el 33% de las empresas enfrenta caídas por encima del 60%, mientras que el 29% tuvo caídas entre el 30% y el 60%.
En este contexto, muchas firmas industriales no podrán abonar el aguinaldo (sueldo anual complementario), lo que representa más del 50%. Las empresas siguen obligadamente endeudadas al haberse cortado la cadena de pago y al haber caído la facturación.
Las entidades financieras no han brindado un apoyo adecuado a las empresas en situaciones críticas, y en algunos casos han ampliado los requisitos para asistirlas, haciendo prácticamente imposible el acceso a créditos.
A ello se agrega el incremento de los costos operativos a causa de las dificultades para abastecerse de insumos, de los inconvenientes para garantizar el traslado del personal y de los impedimentos para acceder a insumos importados.
Por último, de las 700 empresas encuestadas un 38% de ellas verá comprometida su continuidad, si en los próximos 3 meses se mantienen las mismas condiciones, mientras que un 13% podría verse obligada a entrar en concurso preventivo de acreedores o directamente en quiebra.
Se ha llegado a esta situación porque si bien el gobierno nacional se mostró activo para abordar la crisis sanitaria, no mostró la misma actitud e iniciativa para ocuparse de la crisis económica y financiera que inevitablemente se iba a producir, quizás porque creyó que en 60 días o menos la crisis pandémica iba a ser superada.
Evidentemente, los cálculos fallaron, en uno y otro aspecto. Como dice el antiguo proverbio: “el que no tiene cabeza para prever debe tener buenas espaldas para aguantar”, aunque siempre sufren los más débiles.