A pesar de ser enemigos “ideológicos” declarados en Argentina, el liberalismo y el progresismo socialdemócrata siguen las mismas recetas en lo económico, con el mismo esquema de ajuste para la mayoría de la población y con grandes beneficios para los sectores vinculados a la exportación.
En el 2019, el último año de gobierno del liberal Mauricio Macri, la balanza comercial [exportaciones – importaciones] obtuvo un superávit que fue el más alto de la década: us$ 15.990 millones, después de haber tenido un déficit en el 2017 de u$$ 8,298 millones y de u$s 3.700 millones en el 2018. Ese salto de tal magnitud -u$s 24.288 millones- fue posible gracias a la brutal devaluación que sufrió el peso argentino en esos dos años.
[En la década anterior, los mejores superávits levemente superiores se habían logrado en el 2009, con u$s 16.885 millones, en el 2003 con u$s 16.662 millones y en el 2002 con u$s 16.662].
El elemento clave que en el 2019 permitió ese slto superavitario fue la inédita contracción de las importaciones del 25% de un año a otro.
En ese mismo período, las exportaciones subieron un 5,4% gracias al repunte de los productos primarios que registraron un alza del 25,1%, mientras que las manufacturas de origen agropecuario (MOA) crecieron un 4,5% y las ventas de combustibles y energía un 4,1%. Por el contrario, las manufacturas de origen industrial (MOI) cayeron un 6,8%.
En el año 2020 el comercio exterior se mantiene como el único indicador económico positivo de la crisis argentina. En mayo, el superávit alcanzó los 1.893 millones de dólares y acumula 6.612 millones en lo que va del año.
Este saldo positivo de todo el 2020 se logró a raíz de un nuevo desplome de las importaciones del 31,8%, que a su vez en el 2019 también se habían reducido un 28%.
Dentro de éstas, el rubro más afectado fue el de vehículos automotores con una baja del 76%, seguido por combustibles y lubricantes (-58,7%), piezas y accesorios para bienes de capital (-48,6%) y bienes de capital (-30,6%).
Por su parte, las exportaciones bajaron un 16,3%, con especial énfasis en las manufacturas de origen industrial (-52,7%) y los combustibles y la energía (-40%).
Pero dentro de esta caída, las ventas de productos primarios subieron un 8,3% gracias al incremento de envíos de porotos de soja, maníes crudos y calamares congelados.
El perfil de este intercambio muestra la vulnerabilidad de la economía argentina, al basarse en exportación de productos primarios -ventas a China e India- con un aumento del 25,1% y 23,4% respectivamente. Mientras que las exportaciones de productos industrializados -Brasil, Chile, Paraguay- cayeron un 52,6%, 18,7% y 27,8%.
De este modo, la balanza comercial acumula 21 meses consecutivos de resultado positivo y en el acumulado anual supera al registro del 2019 en un 44,7%, encaminándose a superar el récord del año pasado.
Pero la economía argentina es una economía insumo-dependiente. Lo que significa que al importar menos ha producido menos, y que los números superavitarios en la balanza comercial se han logrado gracias a la caída del consumo interno y del empobrecimiento de la población en general, mientras que algunos sectores ligados a la exportación han sido los ganadores.
En economía, liberalismo y progresismo social-demócrata son lo mismo: ganancia para los más poderosos, pérdidas para la mayoría de la población.