Un análisis epidemiológico de las defunciones por COVID-19, llevado a cabo por un hospital de Huesca (España). Encontró que el fármaco más común a todos los fallecidos era Chiromas (es una vacuna. Esta vacuna protege frente a la influenza gripe. Se utiliza como vacunación activa en ancianos de 65 años en adelante, en concreto, en personas con un riesgo elevado de complicaciones asociadas). Esto llevó a plantear la hipótesis de que la vacunación antigripal de la campaña 2019-2020, pudiera estar asociada a un mayor riesgo de fallecimiento por COVID-19 en mayores de 65 años.
La sospecha de una posible Yatrogenia(también mencionada como Iatrogenia, es una alteración –sobre todo negativa– que se produce en el estado de una persona a partir de la intervención de un médico. El concepto, por lo tanto, se emplea para nombrar a un daño en la salud que fue provocado por la acción de un profesional de la medicina). Obviamente, en este caso, el desenlace no apunta a la acción de un medico, si no a la acción de una vacuna.




El informe, se expresa en estos términos: “El primer dato relevante encontrado es el hecho de que los 20 fallecidos en el Sector eran todos mayores de 65 años. De ellos, 18 tenían registrada la administración de la vacuna y su lote por parte de Atención Primaria, y de los otros 2 no consta. Los vacunados contra la gripe representarían por tanto como mínimo el 90% del total de fallecidos”.
Además, continua diciendo: “Ese dato era superior al esperado según la tasa de vacunación en el Sector Sanitario de Barbastro (Huesca), que, según el Boletín Epidemiológico Semanal de Aragón (1), había sido del 63,1% en ese segmento de edad. Según estos resultados, la vacunación antigripal no sólo no habría mejorado el pronóstico de los mayores vacunados con respecto al COVID-19, sino que lo habría empeorado”.
Para contrastar la hipótesis, se buscó la comparación de esos 20 fallecimientos con otros datos del entorno; en un intento de ampliar la muestra, pero encontraron dificultades para acceder a los datos de la HCE (información sobre los antecedentes de salud de un paciente, como diagnósticos, medicamentos, pruebas, alergias, vacunaciones y planes de tratamiento).
En vista de la imposibilidad de acceder a la HCE, los investigadores acceden al registro de vacunación de una residencia de ancianos; constatando los siguientes datos:
“ De los 80 vacunados, han fallecido 24, el 30%. De los 14 no vacunados, 13 continúan con vida en la actualidad, y ha fallecido 1. Es decir, ha fallecido el 7%. Por tanto, la tasa de fallecimiento en los vacunados registrados cuadruplica la de los no vacunados, para una muestra ya importante de 94 individuos.
Se obtiene pues confirmación de la sospecha inicial, y se observa un componente geográfico-social-sanitario susceptible de ser investigado en más profundidad”.