El fentanilo es uno de los más potentes opioides. Es cien veces más poderoso que la morfina, y una dosis indefinida puede provocar una sobredosis mortal, como está ocurriendo en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania y Australia.
Salió a la venta en 1963, como un anestésico intravenoso, pero pasaron algunos años para que su consumo se extendiera. Ahora, la pastilla sintética hecha en cuevas ilegales desparramadas por toda China no llega acompañada de un sello de calidad: con que solo una tableta tenga una composición defectuosa, el adicto puede padecer convulsiones que apagarán su vida en minutos. Esos mejunjes tienen otra característica: suelen hacerse sin mucha precisión.
Decenas de miles de laboratorios chinos producen fentanilo como si fueran simples chips o zapatillas. Comprimen millones de dosis en una jornada laboral, sin conocer lo que es un fin de semana.
Una solitaria y rudimentaria máquina -arrumbada en un galpón- puede producir entre 3 mil y 5 mil tabletas por hora, y puede comprarse en minutos por la plataforma Alibaba por menos de mil dólares. Tarda pocos días en llegar a destino. Si el negocio avanza, la inversión para crecer no será significativa: con 5 mil dólares más se adquirirá un procesador con mayor capacidad que permita elaborar entre 10 mil y 18 mil píldoras. Además, Se aceptan todas las tarjetas y formas de pago, y la discreción está garantizada, ya que no se hacen preguntas ni hay formularios para completar.
Los opiáceos en general alivian los dolores y provocan sedación y euforia al imitar productos químicos naturales, como las endorfinas, palabra que nace por la contracción de morfinas endógenas. Estos químicos, por su parte, interactúan con una serie de conectores del sistema nervioso denominados receptores opioides. Habitualmente, la medicina los utiliza para un fin concreto: aliviar los dolores producidos por un cáncer avanzado o por una operación. No debería ser recomendado bajo ninguna otra circunstancia, según la doctora Anna Lembke, de la Universidad de Stanford, una de las máximas voces que se oponen a este tipo de prácticas médicas, algo que se extendió en las últimas décadas y contribuyó a la epidemia.
El problema es este tipo de drogas conllevan un riesgo sucesivo de dependencia y sobredosis. El fentanilo, cuyo uso extensivo explotó en los últimos años, es el más claro ejemplo. Los rasgos característicos de su consumo -sin prescripción médica- son la reducción del grado de conciencia, la contracción de las pupilas y la depresión respiratoria asociada con pérdida de reflejos y el riesgo de aspiración. Es un cóctel potencialmente mortal, ya que puede conducir a un paro cardio-respiratorio y la consiguiente muerte. Se puede ingerir por vía oral y se metaboliza por el hígado. Pero los que que lo consumen de manera adictiva eligen un camino más efectivo y directo: la administración por sangre. Una inyección que puede ser mortal.

El paso a paso para producir fentanilo y cómo funcionan las máquinas que comprimen el medicamento
En la actualidad, la mayoría de los laboratorios -o pseudo laboratorios- que producen este medicamento se encuentran en China. “Tienen un récord histórico de corrupción. Sólo buscan hacer dinero, violan las leyes locales y son quienes más dañan la imagen del país”, aclara un analista canadiense en actividad que prefiere mantener su identidad al margen. Según una investigación de octubre de 2019 del diario The New York Times -basándose en información del Departamento de Estado- existen “entre 160.000 y 400.000 compañías químicas que operan legalmente, ilegalmente o en algún punto intermedio, una estimación expansiva que refleja tanto la inmensidad de la industria como la escasez de la información disponible”.
Algunas de las compañías “son legítimas”. El problema es que lo envían a lugares donde se utiliza de manera ilícita.
Un informe de RAND Corporation publicado en 2019 “identificó múltiples empresas chinas que están dispuestos a enviar un kilogramo de fentanilo casi puro a los Estados Unidos entre 2.000 a 5.000 dólares”, muchísimo más barato que la misma cantidad de heroína mexicana cuyo valor asciende a los 25 mil dólares. Eso explica su auge. Después se revende a otros precios.
El informe agrega que gran parte del fentanilo actual y sustancias relacionadas “se originan en China”. Estas sustancias llegan al mercado de los Estados Unidos directamente de fabricantes chinos en carga o por correo o servicio de paquetería privado (por ejemplo, UPS, FedEx), de contrabando desde México, o pasado de contrabando desde Canadá.
La operatoria comercial se realiza a través de la web oscura, un mundo desconocido para el común de la gente. Se abona mediante criptomonedas, las cuales son difíciles de rastrear.
Es un tráfico que crece a un ritmo vertiginoso, sobre todo en los países desarrollados como el Reino Unido, Alemania, Canadá, Australia, Estados Unidos. No falta mucho para que se haga presente en Iberoamérica.