Hace pocas semanas activistas vinculados al movimiento “Black Lives Matter” protagonizaron acciones de roturas y derribos de estatuas católicas -fray Junípero Serra, Cristóbal Colón, la reina Isabel la Católica, san Luis, etc.- en distintas ciudades de Estados Unidos, asentadas en espacios públicos, en sedes universitarias y en ámbitos legislativos.
A estas agresiones se han sumado en estos últimos días atentados incendiarios a templos e iglesias católicos, lo cual pone en evidencia que la agresión a la fe católica asume grados de destrucción mucho más peligrosos y canallescos, configurándose verdaderamente como auténticos “crímenes de odio”.
El viernes 10 de julio fue vandalizada una estatua de la Virgen, frente al seminario catedralicio, en la ciudad de Nueva York, cubierta con pintadas.
El sábado 11 de julio, en la ciudad de Ocala, en el condado de Marion, en el Estado de Florida, un joven intentó prender fuego a la iglesia Reina de la Paz, mientras se estaba celebrando una Misa, incrustando un automóvil en las puertas de ingreso al templo. La iglesia es atendida por sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro.
Ese mismo día un individuo que no fue identificado prendió fuego a una estatua de la Virgen, situada en la iglesia de San Pedro, en Dorchester, cerca de Boston (Massachussetts), dañando irreparablemente el rostro y las manos.
Más grave fue el atentado-incendio realizado en la madrugada del sábado en la iglesia Misión de San Gabriel Arcángel, situada en la ciudad de Montebello, en el condado de Los Ángeles, en el Estado de California. Esta iglesia fue fundada en 1771 por el mismo fray Junípero Serra.
Pero también en otras partes del mundo la fe católica se ha visto atacada violentamente, no sólo en los últimos tiempos solamente, sino desde hace algunos años. Atentados que no sólo se llevaron a cabo contra edificios religiosos, sino también contra fieles congregados en esos lugares, en algunos casos -como aconteció en Nigeria- quemados vivos mientras celebraban la Misa dominical.
Pero más allá de esos ataques y atentados intencionales se han producido acontecimientos milagrosos, que muestran la presencia activa del destinatario de esas acciones criminales, presencia que constituye todo un mensaje para los fieles creyentes.
El viernes 10 de julio, en horas de la tarde se produjo un incendio, aparentemente casual, en la iglesia del Santo Niño de Pandacan, que destruyó el templo casi en su totalidad, junto con bancos, imágenes y una imagen del Niño Jesús tallada en madera, de cuatro siglos de antigüedad.
Pero en medio de los escombros calcinados se encontró intacto un copón, con varias hostias consagradas en su interior. Es decir, el Cuerpo vivo del Señor Resucitado sobrevivió intacto al incendio.
En medio de estos funestos acontecimientos que pueden afectar o hacer flaquear la fe de los creyentes, el Señor Jesús se muestra presente en medio de una desgracia como ésta, demostrando que sigue venciendo a la muerte hasta el final de los tiempos. Como si nos dejara el mensaje que en medio de los ataques, tribulaciones e infortunios, está vivo y presente, acompañando a quienes siguen sus pasos en medio de un mundo que pretende alejarlo y erradicarlo.
A pesar de todo, Cristo vence, reina e impera por siempre y para siempre.