El martes 14 de julio la periodista Bari Weiss renunció a su puesto de editora en el diario The New York Times. Lo hizo con un fuerte mensaje, después de la polémica iniciada tras las movilizaciones antirraciales a causa del asesinato de George Floyd y la publicación de un columna de opinión del senador republicano por Arkansas, Tom Cotton, que pedía la intervención del Ejército para sofocar las protestas. Hubo quejas de muchos lectores por la publicación de esa carta y también de buena parte de la redacción del diario, todo lo cual derivó en la renuncia a principios de junio del editor de opinión James Bennet. Pero el debate interno continua.
La periodista renunciante pretendía ampliar el espectro de miradas de lo que se publica en el NYT, pero resultó para ella una tarea imposible de realizar. Su crítica de fondo es que “Twitter se ha convertido en el último editor” del diario, en forma excluyente de toda opinión no sólo contraria, sino también distinta.
Si bien la plataforma no aparece en el directorio del New York Times, en la realidad se ha convertido en su editor definitivo. Esto ha llevado que las historias sean elegidas y contadas de manera que satisfaga a su audiencia más fiel, imposibilitando la oferta de otras lecturas que permitan a los lectores extraer sus propias conclusiones.
En su carta de renuncia Bari Weiss dice que se había unido al periódico con la esperanza de traer voces que no aparecían en el Times, como ser escritores novatos, centristas, conservadores y otros que naturalmente no pensarían en el diario como su hogar.

El editor de Opinión del New York Times, James Bennett, renunció hace un mes por las protestas de la redacción y algunos lectores tras la publicación de la columnas de opinión del senador republicano Tom Cotton
Pero se encontró con una concepción rígida e inmodificable: la verdad no como un proceso de búsqueda y diálogo, sino como una imposición de una información definitiva e indiscutible.
La periodista denuncia que durante el tiempo que trabajó en el diario sufrió “bullying constante” de sus compañeros de redacción, que la tildaron de nazi y racista. Dijo que fue públicamente calificada en Twitter de “mentirosa y fanática” por los empleados del Times que nunca fueron castigados por ello.
Sostiene que la curiosidad intelectual se había convertido en una carga o un peso, razón por la cual la autocensura era la norma reguladora de la labor periodística. En esta línea de trabajo, el editor evita publicar un artículo que puede inspirar una reacción interna o en los medios sociales. Los artículos de opinión que se hubieran publicado fácilmente hace sólo dos años, en los tiempos actuales ponen a un editor o a un redactor en serios problemas, si no es que son despedidos.
Así, el idioma se degrada al servicio de una lista larga de “causas justas”, por ejemplo, mantener el trabajo, buscar el aplauso de los dueños del diario, etc.

Bari Weiss, la editora del NYT que renunció este martes con una durísima carta
Finalmente, define cuál debe ser el objetivo de toda labor periodística: ofrecer noticias precisas, opiniones que sean vitales y debate que sea sincero. Objetivo que fijó en 1896 Adolph Ochs, el gran impulsor del diario: “Hacer de las columnas del New York Times un foro para la consideración de todas las cuestiones de importancia pública, y para ello invitar a la discusión inteligente de todos los matices de opinión”.
Un excelente criterio para tener siempre presente en el mundo del periodismo, para enfrentar con éxito las imposiciones de la Dictadura del Relativismo contemporáneo que, paradójicamente, concluye siempre en la coerción violenta de un único criterio excluyente y en la negación de la verdad objetiva.