Los sueños de Melinda Gates: covid-19 y las mujeres sin hijos

Un ensayo de Melinda Gates en la revista de asuntos internacionales Foreign Affairs revela la ideología humanitaria y elitista detrás de la filantropía de las grandes fundaciones. Dice preocuparle la salud de las mujeres, pero en realidad se lamenta de la escasez de anticonceptivos disponibles. También la pandemia es buena para proseguir con el plan principal para lograr el control de la natalidad.
Publicado en julio 23, 2020, 6:07 pm

La Fundación Bill y Melinda Gates es una de la más rica del mundo con más de 50 mil millones de dólares en donaciones, participa activamente en la lucha contra el Covid-19, financiando tanto la investigación sobre posibles terapias como especialmente la búsqueda de vacunas. Este último aspecto, combinado con la noticia de la simulación de los efectos de una pandemia global con millones de muertes, solicitada a un instituto de investigación unos meses antes de la explosión del Covid, convirtió a Bill Gates en el objetivo preferido de las teorías de conspiración con respecto a origen del virus.

Pero más allá de esta controversia, es importante tratar de comprender la mentalidad que moviliza al matrimonio y los objetivos de su filantropía, ya que ambos son los principales financiadores privados de dicha investigación. Esa mentalidad se ve expresada en un artículo de Melinda Gates, publicado hace pocos días en Foreign Affairs, una de las revistas más importantes y autorizadas sobre asuntos internacionales.

Sostiene la autora que en el mundo son las mujeres quienes sufren las mayores consecuencias del virus, a pesar de que los hombres tienen una mortalidad mucho más alta. Describe de qué modo las mujeres pagan el precio más alto con el Covid-19, a pesar de lo cual la pandemia puede ser una oportunidad para remediar esta desigualdad. Según Melinda, el aumento de la mortalidad materna, el aumento de la violencia sufrida, las mayores posibilidades de desnutrición y las mayores dificultades para mantener el puesto de trabajo son los principales efectos del coronavirus en las mujeres de todo el mundo, especialmente de aquéllas que viven en países de bajos y medianos ingresos.

Este enfoque absolutiza un aspecto que impide ver la realidad en todos sus factores. Es una absolutización que tiene una matriz ideológica, ya que Melinda Gates habla básicamente como cualquier representante de los organismos de las Naciones Unidas, donde existen algunas consignas que se las impone como clave de interpretación de la realidad. La llamada Brecha de Género (Gender gap), la desigualdad de género (entre hombres y mujeres) es una de ellas, quizá la más importante en estos momentos.

Esta perspectiva plantea un primer problema: si se reconoce que los hombres mueren de 2 a 4 veces más que las mujeres a causa del Covid, ¿sobre qué base se puede afirmar que las mujeres son las más afectadas? La señora Gates dice que la crisis en los sistemas sanitarios bajo la presión de la pandemia ha obligado a muchas mujeres a dar a luz en casa, aumentando así la mortalidad materna y neonatal en los países pobres.

Pero si realmente hubiese que pensar en una categoría de personas que más han sufrido los efectos de la pandemia, en todo caso se debería pensar en los ancianos, quienes representan más del 90% de las muertes. También habría que pensar en los efectos secundarios, el no menos importante daño físico y psicológico causado por el largo aislamiento, lejos de los afectos y de las relaciones sociales. Pero para la ideología globalista lo que importa es la condición de la mujer, preferiblemente en conflicto con el hombre.

Lo que escapa a este análisis es que la inferioridad de las mujeres (y también de los niños) en muchos países -ver sobre todo África, los países musulmanes y la India-, es el resultado de una cultura que no cambia por decreto de las Naciones Unidas. Olvida que cada cultura tiene detrás una concepción religiosa y que sólo un nuevo principio que genera una nueva cultura puede iniciar un verdadero proceso de cambio. Podría ser el cristianismo, pero es precisamente el cristianismo lo que básicamente quieren superar estas élites internacionales, con la imposición de una ética global fruto del individualismo y el relativismo.

Una excelente muestra de esta visión seudo humanista, elitista y plutocrática de esta elite es que Melinda Gates lamenta que 49 millones más de mujeres se hayan quedado sin anticonceptivos debido al Covid. En este punto ataca duramente a la comunidad internacional por descuidar este aspecto, porque cualquiera sea la crisis sanitaria nunca deben faltar los anticonceptivos.

Para Bill y Melinda Gates, el control de la natalidad es uno de los puntos fijos de su proyecto, y el Covid-19 se convirtió en el instrumento apto para avanzar en la agenda. Ambos se presentan como benefactores de la humanidad, pero en realidad trabajan para contenerla y reducirla, gracias a sus abundantes recursos financieros. Por encima de todo, el verdadero propósito de los Gates y del poder que representan es el control de la humanidad, determinar el comportamiento y el pensamiento, haciendo a toda la humanidad a su imagen y semejanza. Propósito que es mucho más peligroso que eventuales complots para vender vacunas.

Corresponsal de Argentina

Corresponsal de Argentina

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