Un mensaje de Pio XI que sigue vigente a pesar de la distancia temporal

Actualidad y vigencia del magisterio del papa Pío XI sobre el matrimonio, la familia y los hijos, en momentos en que se diluye “oficialmente” la firmeza en la reafirmación de ese legado
Publicado en julio 24, 2020, 10:12 am

El papa Pío XI gobernó la Iglesia Católica desde el 6 de febrero de 1922 hasta el 10 de febrero de 1939. Había nacido el 31 de mayo de 1857 en una ciudad del entonces Reino de Lombardía-Venecia, y hasta su elevación al papado llevó el nombre de Achille Damiano Ambrogio Ratti. Fue el 259º Papa en la historia de la institución, durante casi todo el período de entreguerras.

Por su extensa actividad, las crónicas lo identificaron con diversos títulos: “el Papa de las encíclicas”, por haber escrito una treintena de ellas; “el Papa de los Concordatos”, al buscar mejorar las condiciones de la Iglesia en diversos países mediante la firma de 23 convenios; “el Papa de la Acción Católica”, al impulsar la organización de los laicos a través de la misma, con el fin de cristianizar todos los sectores de la sociedad; “el Papa de las misiones”, por su impulso a la actividad misionera y “el Papa de las canonizaciones”, al haber elevado a los altares a 33 santos y haber encauzado 500 beatificaciones. Entre los santos proclamados por Pío XI se encuentran santo Tomás Moro, san Juan María Vianney, san Roberto Belarmino, etc. Entre las canonizaciones más recordadas se encuentran las de santa Teresa de Lisieux, san Juan Bosco y santa Bernardita Soubirous. Durante su papado fueron proclamados Doctores de la Iglesia san Juan de la Cruz y san Alberto Magno.

Hace casi 90 años, el 31 de diciembre de 1930, el papa Pio XI publicó la Carta Encíclica Casti connubbii -Sobre el Matrimonio cristiano-, en la que destacó que “la prole” ocupa “el primer lugar entre los bienes del matrimonio” y condenó las leyes a favor del aborto y de la eutanasia.

La prole, es decir, los hijos, ocupa el primer lugar entre los bienes del matrimonio. Por designio del mismo Dios Creador, al instituir el matrimonio en el paraíso –“creó al hombre a su imagen y semejanza, macho y hembra los creó”- y darles el mandato a los primeros padres -y a toda su descendencia- de crecer y multiplicarse, para llenar la tierra. Pero además de procrear, está el deber de perfeccionar el bien de la prole a través de la “debida educación de la misma”.

Recordando a san Agustín, el papa Pío XI sostuvo que el segundo de los bienes del matrimonio es la fidelidad, “que consiste en la mutua lealtad de los cónyuges en el cumplimiento del contrato matrimonial, de tal modo que lo que en este contrato, sancionado por la ley divina, compete a una de las partes, ni a ella le sea negado ni a ningún otro permitido; ni al cónyuge mismo se conceda lo que jamás puede concederse, por ser contrario a las divinas leyes y del todo disconforme con la fidelidad del matrimonio”.

En tercer lugar, el pontífice condenó el asesinato prenatal, el aborto, al que calificó de “crimen gravísimo”, aunque algunos lo consideren lícito, porque se “funda” en el libre arbitrio del padre o de la madre, y otros pretendan justificarlo por causas médicas, sociales o eugenésicas.

Al igual que ocurre hoy, ya hace 90 años se pretendía hacer del crimen del aborto un derecho. Y lo mismo se hace hoy también, cuando se pretende que ese crimen gravísimo y abominable sea libre de toda pena, con el agravante de impulsar la pretensión que los jueces colaboren con el asesinato prenatal. Igual que hoy.

Termina el papa Pío XI exhortando a prestar atención a los errores y peligros que amenazan el sacramento del Matrimonio, y también a “los remedios con que se les puede combatir”. Aunando la inteligencia y la voluntad humanas con la gracia divina: “para que la fecundidad consagrada al Señor, la fidelidad inmaculada, la firmeza inquebrantable, la profundidad del sacramento y la plenitud de las gracias vuelvan a florecer y cobrar nuevo vigor en los matrimonios cristianos”.

Cuando hoy, ya entrados en el siglo XXI, los ataques mortíferos contra el matrimonio y los hijos se han multiplicado al infinito, hasta alcanzar un nivel de locura siniestro y diabólico, es conveniente recordar y actualizar este legado -bien de la prole, fidelidad y defensa de la vida prenatal­- cuando los que hoy deberían custodiarlo y fortalecerlo se ocupan de otras “banderas” y otras “causas” que van en contra de la doctrina y el magisterio cristianos.

Corresponsal de Argentina

Corresponsal de Argentina

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