“Pasé 35 años de mi vida trabajando en la industria farmacéutica … y ellos [las empresas farmacéuticas] no hacen otra cosa que aniquilar a la población mundial… ¿por qué lo hacen? Porque quieren hacer dinero, dinero, dinero… A ellas no les importa nuestra vida, sólo les importa sus portafolios… No están interesados en curar a nadie de sus enfermedades: nada menos. Están interesados en hacer que ustedes tengan NUEVAS enfermedades… Para ellas ustedes no son pacientes, son consumidores”.
Así se expresa John Rengen Virapen, ex representante comercial de la filial Eli Lilly & Co, uno de los colosos farmacéuticos mundiales que forman parte de la Big Pharma. Se puede ver su testimonio en un video difundido por Youtube (al final del artículo), el cual es un extracto del Congreso AZK que se celebró en Alemania en mayo del 2009.
Un año después, el mismo Virapen publicó un libro para contar en detalle los mecanismos que están a la base del mercado de los medicamentos. El libro se titula Side effects: Death. Confessions of a Pharma-Insider [“Efectos colaterales: Muerte. Confesiones de un miembro interno de la Pharma) y está todavía a la venta.
En este libro, Virapen cuenta en detalle el caso del medicamento Prozac: “Soborné al gobierno sueco para obtener autorización para vender Prozac en Suecia. Y Suecia tiene el Premio Nobel de Medicina. Así el evento fue un ejemplo para otros países. ¿Por qué lo hice? Porque la compañía me dijo que mi carrera profesional dependería de ello…”.
Nacido en Guyana (América del Sur) de padres indios, Virapen emigró a Europa en 1960, hambriento y sin hogar. Pronto se mudó a Suecia. Allí consiguió un trabajo como representante comercial de Eli & Co. Virapen contactó a médicos locales, los sobornó con pequeños obsequios y los alentó a recetar medicamentos de su compañía. Entonces comenzó su ascenso profesional la empresa, hasta que se convirtió en gerente.
Hoy Virapen está retirado, apunta al sistema y denuncia el mecanismo que mueve todo el mercado de la industria farmacéutica. Según el ex ejecutivo, los grupos de presión farmacéuticos tienen el único propósito de hacer que las personas se sientan enfermas para ofrecerles sus nuevos medicamentos.
Pero está ampliamente comprobado que los efectos colaterales están presentes siempre a la base de la medicina halopática. Por ejemplo, el paciente que toma un antinflamatorio para curar un dolor muscular daña inevitablemente su estómago, porque los antinflamatorios actúan bloqueando la producción de prostaglandina, la proteína que segrega el cuerpo en caso de una inflamación, pero que al mismo tiempo está siempre presente a nivel de la mucosa gástrica, para proteger el estómago.
Las terapias tradicionales, aprovechan los efectos secundarios para crear dependencia a los fármacos. El paciente se cura de una enfermedad, pero luego manifiesta otra. Y así de nuevo al médico.
¿Cómo podría evitarse esto?
Nuestro cuerpo es en realidad una máquina perfecta que ya tiene dentro de sí todos los recursos para autocurarse. Cualquiera sea el medicamento que se ingiera, al final es el sistema inmunitario el que permite recuperar la salud.
Cada sustancia ingerida no es otra cosa que información que le damos a nuestro cuerpo para que realice un mandato: el sistema inmune lee la información y se auto regenera. En principio el hombre se curaba reequilibrando la información de su cuerpo de diferentes maneras. En el libro The Healing Code, su autor, el doctor Alexander Loyd explica que la historia humana se puede dividir en cinco “edades” de curación: la oración, las hierbas medicinales, las drogas, la cirugía y la energía.
La oración fue la primera forma en que el hombre comenzó a comunicarse con su inconsciente, la parte de la mente que regula todas las funciones biológicas. Después la fitoterapia explotó la información de determinadas plantas, minerales o vitaminas; luego se desarrolló la fármaco terapia, que cura mediante el suministro de sustancias químicas (pero que siempre tienen efectos secundarios); finalmente llegó la cirugía, que “remueve” el problema a través de una intervención quirúrgica.
Por último, la energía -última frontera de la Medicina- se desarrolló siguiendo los descubrimientos de la física cuántica, desde Albert Einstein en adelante, pero tiene sus orígenes en tiempos mucho más antiguos: de hecho, la medicina tradicional china, ya hace seis mil años, curaba equilibrando los flujos de energía en nuestro cuerpo a través de la acupuntura o de los cinco elementos.
Habrá que estudiar en detalle si la industria farmacéutica tiene hoy otros objetivos más humanos, además del negocio multimillonario que representa.