El miércoles 5 de agosto se estrelló en horas de la mañana un avión cazabombardero de la Fuerza Aérea Argentina al sur de la provincia de Córdoba, tras haber despegado de la localidad de Villa Reynolds, en San Luis.
El piloto, identificado como Gonzalo Fabián Britos Venturini, reportó fallas durante un ejercicio de tiro a bordo de uno de los últimos A-4AR Fightinghawk operativos que poseen las FFAA. Antes de que la máquina impactara en la tierra logró eyectarse, pero no sobrevivió.
El piloto fue hallado sin vida cerca del lugar donde se había eyectado.
Primer teniente Gonzalo Britos Venturini
La aeronave pertenecía a la V Brigada Aérea de Villa Reynolds y se estrelló en un campo de la zona rural cordobesa que se encuentra en el límite con la localidad puntana de Justo Daract. El malogrado piloto volaba en un sector conocido como “Campo la Primavera” de Villa Valeria, a 50 kilómetros del punto de despegue.
La máquina era uno de los últimos 5 aviones de combate operativos que tenía la Argentina. Forman parte de una flota de 12 (ahora 11) A-4AR Fightinghawk, la mayoría de los cuales están dados de y sin capacidad de vuelo, a causa de diferentes inconvenientes técnicos.
En épocas de paz, el más que escaso equipamiento militar no forma parte de las discusiones públicas. Sin embargo, ante un eventual escenario de conflicto, la Argentina se encuentra en una situación muy frágil para defenderse de un ataque aéreo.
El piloto logró eyectarse pero no sobrevivió
La V Brigada Aérea es una histórica unidad militar ubicada dentro del Aeropuerto de Villa Reynolds y es conocida como la “Cuna de Halcones”. Fue creada el 8 de octubre de 1938 con el nombre de Base Aérea Militar Villa Mercedes. En 1939 cambió su nombre por Base Aérea Militar Coronel Pringles y posteriormente en 1949 se convirtió en la V Brigada. Durante la Guerra de las Malvinas, envió al Grupo 5 de Caza para desarrollar operaciones bajo el mando de la Fuerza Aérea Sur.
“La Fuerza Aérea lamenta profundamente la perdida de uno de sus jóvenes Halcones, acompañando a la familia del señor Capitán, en este difícil momento”, concluye el comunicado difundido por la FAA.
La autopsia reveló que la muerte sufrida por el piloto fue producto de una lesión en la médula ósea, provocada por la aceleración y la fuerza de gravedad al eyectarse de la aeronave. En lenguaje sencillo: se mató porque no se abrió el paracaídas que cargaba para afrontar estos avatares.
En otras palabras: el joven piloto falleció por causas presupuestarias, PORQUE NI EL CAZABOMBARDERO ESTABA EN CONDICIONES, ni tampoco EL EQUIPAMIENTO QUE CARGABA EL OFICIAL.
Y además se trataba de un piloto reconocido por su gran profesionalismo y experiencia, que había egresado con el mejor promedio del Curso Básico Conjunto de Aviador Militar y del Curso de Estandarización de Procedimientos para Aviadores de Caza.
Para el gobierno argentino se trató de una muerte sin pena ni gloria. Sólo el ministro de Defensa envió a la familia un mensaje de condolencias. Pero el ministro no le pidió disculpas a la familia por haber permitido que se quitaran 272 millones de pesos de su presupuesto para dotar de fondos a un ministerio recién inventado para aplicar “políticas de género”. Tal como consta en la Decisión Administrativa 2/2020 de la Jefatura de Gabinete de Ministros, a cargo del licenciado Santiago Cafiero.
Para el presidente argentino y sus ministros parece ser más importante financiar políticas estúpidas que formar a sus soldados. Hay plata para financiar desvaríos ideológicos pero no para mantener una fuerza militar para defensa de la Nación. En la Argentina, el progresismo parece estar tomándole el gusto a promocionar la muerte en varias formas diferentes.
