Como informamos en otro artículo, los fondos de inversión especulativos internacionales -BlackRock, Capital Research, Vanguard Group, etc.- son los dueños de la farmacéutica británica AstraZeneca que va a fabricar una vacuna contra el Covid-19, la cual se aplicará en toda Iberoamérica, excepto Brasil, y de la que se venderán inicialmente 250 millones de dosis. Un negocio comercial fabuloso privado, además del ya de por sí hiper rentable financiero especulativo.
Pero si bien se trata de un negocio exclusivamente privado, el rol del gobierno británico fue fundamental para el proyecto de investigación, desarrollo y fabricación de la vacuna, mientras que el rol de la diplomacia británica fue sustancial para lograr la participación de la Argentina.
En primer lugar, el proyecto entre la Universidad de Oxford y la empresa británica AstraZeneca recibió 84 millones de libras (unos 100 millones de dólares) del gobierno británico para ayudar a acelerar el desarrollo de la vacuna.
Ya el 20 de julio pasado el ministro de Negocios del Reino Unido, Alok Sharma, había expresado que los resultados de la vacuna eran extremadamente alentadores. Pero ha sido el embajador de Gran Bretaña en la Argentina, Mark Kent, quien se ocupó de lograr la participación y cooperación de nuestro país en la fabricación y distribución comercial de la vacuna, mediante un hábil y arduo trabajo diplomático previo. Según sus propias palabras, esta colaboración argentina “forma parte de otros esfuerzos que está haciendo el Reino Unido” para impulsar la cooperación internacional en la lucha contra el Covid-19. Puso así en evidencia la subordinación argentina a la estrategia británica, que a su vez está en línea con lo expresado por Henry Kissinger el 4 de abril en The Wall Street Journal, respecto a la conformación de un único sistema sanitario mundial en el Orden Mundial Liberal ya instaurado.

Mark Kent
Según fuentes del Foreign Office, en esa cumbre se habló claramente de la necesidad de dar con una vacuna contra el COVID-19 que sea con fines de “equidad y accesibilidad” para todo el mundo. En esa cumbre se recaudaron 8.800 millones de dólares de 32 gobiernos donantes y 12 fundaciones, corporaciones y organizaciones para el desarrollo de estudios científicos destinados a desarrollar no sólo la vacuna contra el COVID-19 sino contra otras enfermedades. Pero la Argentina no aportó en esa cumbre ni un centavo, aunque ofreció su tecnología y sus científicos en los distintos proyectos allí analizados.
Otro de los eslabones donde la diplomacia británica dio lugar al gobierno argentino para avanzar en el diálogo internacional de científicos por encontrar una solución a la vacuna contra el COVID-19 fue en el seminario virtual que Gran Bretaña organizó junto a México la semana pasada.

Ginés González García
Posteriormente llegó todo el trabajo en paralelo que hizo el Gobierno junto con los privados y México para cerrar el acuerdo que anunció Alberto Fernández. En esta última fase la diplomacia británica ni siquiera tuvo que intervenir.
Como se puede apreciar, es clarísima la unidad de acción del poder financiero internacional angloamericano con el gobierno británico, al servicio de los negocios de aquél. Y es clarísima también la subordinación política de nuestro país al Imperio Británico todavía vigente. No es ninguna casualidad que se haya dado a conocer esta subordinación el mismo día que en 1806 constituyó la derrota de la Primera Invasión Inglesa en el Río de la Plata, acontecimiento que oficialmente ha sido desterrado del calendario de conmemoración de las fechas patrias. Hace 214 años derrota inglesa, hoy convertida en victoria.