¿La vacuna del COVID-19 tiene partes de fetos abortados?

Publicado en diciembre 06, 2020, 10:42 am

En los últimos tiempos ha surgido entre los ciudadanos del mundo una creciente preocupación acerca de la vacuna que protegería a la humanidad del devastador virus del Covid-Sars-2, virus modificado de un virus que existe hace muchos años con el nombre de Sars.
Varios gobiernos en el mundo, incluyendo el presidente Trump, han estado presionando a los laboratorios para que confeccionen una vacuna y así todos poder volver a la “normalidad” de nuestras vidas que dejamos en el 2019. Varios laboratorios de envergadura se han puesto a trabajar en un proyecto de vacuna que ha culminado con su aprobación en Gran Bretaña, esta semana, de la venta de la vacuna producida por el laboratorio americano Pfizer y la alemana BioNTech.
El secretario del ministerio de salud británico remarca: “Este es un día para recordar, francamente, en un año para olvidar”. Las vacunas no son demasiadas y solo serán usadas en los trabajadores de la salud, así que las medidas para este “largo y oscuro” invierno van a continuar.
Pero como la ciudadanía ha tenido bastante tiempo inactiva y básicamente con todo el tiempo en sus manos para prestar atención a toda esta información contradictoria que vemos en diferentes medios de comunicación, las dudas ya han surgido. ¿Es eficaz una vacuna que ha sido desarrollada en tiempo récord?, ¿nos protege 100% o en menor porcentaje? o si ¿hay daños colaterales en el uso de la vacuna?, también si la vacuna será una dosis o dos, o si tendrá que ser repetida cada año como la vacuna de la gripe, o ¿cuál es la composición de la vacuna?
Una de las cosas más controversiales es el uso de una línea genética extraída del tejido pulmonar de un feto abortado de un varón caucásico de 14 semanas durante los años 70, que aparentemente no fue usado por todos las farmacológicas, pero existe la posibilidad de que esté en una de las vacunas que resulten aprobadas para uso comercial, lo cual despierta una preocupación de ética médica y conlleva a pensar que la población debe exigir que se especifique la composición de la vacuna antes de su suministro.
Otra de los temas que ha surgido es la presencia de recombinantes en la vacuna de AstraZeneca y de Johnson & Johnson: moléculas formadas en laboratorio por recombinación genética o clonación molecular, para ser más específicos; esto no se parece mucho a lo que originalmente fue una vacuna, así que definamos entonces la vacuna: la aplicación en el cuerpo humano de un microorganismo (bacteria, virus, toxina, etc.) responsable de una determinada enfermedad, pero en pequeñas dosis, y así la persona que recibe la vacuna genera de su propio sistema inmunológico anticuerpos que se accionan cuando la persona esté en contacto o peligro de contraer la enfermedad. Pero material genético no hace parte de la descripción de la vacuna, ya que queda por explicar los efectos de material genético que es extraño al cuerpo, y la posibilidad de que este material produzca modificaciones de nuestro propio material genético y que eso pueda ser controlado a distancia y externamente, como las mismas asociaciones americanas de medicina ética, en la práctica de obstetricia y ginecología, nos alertan acerca del uso de material genético viral (RNA y DNA) y síntesis de proteína viral en un portador sano, sin saber exactamente las repercusiones de todos estos experimentos innovativos.
Sumado a toda esta información, nos preocupa también el saber que los laboratorios involucrados en poner vacunas en el mercado han firmado acuerdos con los gobiernos, se desligan de toda responsabilidad sobre cualquier efecto secundario producido por dichas vacunas, alegando que no han tenido el tiempo suficiente, que generalmente son años, para probar la efectividad y seguridad de las vacunas Covid, aunque la urgencia del estado global de la pandemia amerita esa urgencia, mas no hasta el extremo de estas compañías en avalar su producto.
En conclusión, y bajo estas condiciones, los ciudadanos tenemos bastante tarea en formar un juicio responsable de sí tomaremos el riesgo de ponernos la vacuna o no, siempre y cuando tengamos esa opción. Lo único que sabemos al momento es que no hay demasiada certeza de que las medidas por la pandemia van a terminar pronto, con vacuna o no, ni que el virus va a desaparecer instantáneamente de la faz de la tierra. Nos queda estar atentos y no caer por la solución fácil, pero, al contrario, ejercer la cautela.

Corresponsal de Estados Unidos.

Corresponsal de Estados Unidos

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