Resulta casi imposible que cualquier hecho histórico acontecido durante los últimos trescientos años, con persecución y muerte de católicos en muchos sitios del mundo, no tenga detrás la influencia masónica o la islámica. Sin lugar a dudas, la masonería tuvo mucho que ver con la Revolución Francesa y esta a su vez con un genocidio poco conocido (pero intencionadamente oculto) de población católica, como fue el de La Vendée (región al Oeste de Francia). Los revolucionarios tenían órdenes de acabar con hombres, mujeres y niños; y así lo hicieron. En muchas ocasiones recreándose y torturando gratuitamente.

Johann Adam Weishaupt, alemán que trabajó como profesor eclesiástico de derecho canónico en la Universidad de Ingolstadt (Alemania), cripto-judío (adepto al judaísmo, pero de manera secreta), askenazi (converso al judaísmo) y cofundador de los Illuminati de Baviera (masones), junto a Mayer Amschel Rothschild, tuvo mucho que ver con la Revolución Francesa. Esta orden de los Illuminati nació con la intención de generar conflictos entre los diversos Estados para acabar con la religión católica y crear un nuevo orden mundial.
En 1784, los Illuminati deciden algo que cambió por completo el mundo. Adam Weishaupt emite la orden para que se empezara con los trámites que dieran comienzo a la Revolución Francesa. Esto se hizo en forma de libro y tendría que llevar la firma de Maximiliano Robespierre, aunque el libro fue escrito por uno de los compañeros de Weishaupt (Xavier Zwack). Esto se conoce porque el mensajero que llevaba el libro desde Fráncfort a París, fue alcanzado por un rayo y descubierto por las autoridades bávaras que, pese a actuar contra los Illuminatis, no consiguieron evitar dicho plan, ya que cinco años más tarde estalló en Francia la Revolución.
La Revolución Francesa fue algo planificado por la masonería y, como en otras tantas revoluciones o guerras, el conflicto no se encarniza por el cambio de régimen, lo hace por los asesinatos de odio que llevan aparejados y por las prohibiciones de practicar la Fe. Lo mismo ocurrió con las guerras cristeras o con las guerras carlistas, pues la gente sencilla no se para a pensar si está en una Monarquía o en una República, el problema viene cuando son obligados a renunciar a sus creencias. Pero la mayor crueldad de todas, y con diferencia, se dio en la zona de Lavandée, zona rural del Oeste francés y de profundas raíces católicas. En esta ocasión no solo fue una persecución sembrada de asesinatos y quemas de iglesias. En esta ocasión se trató del mayor genocidio cometido en los últimos tiempos.
El gobierno republicano francés ordena no sofocar un levantamiento, sino eliminar toda esa población, arrasar ese territorio. En esa zona tuvo mucha influencia la predicación de Luis María Grignion de Montfort, cuya actividad misionera lo hizo muy popular y querido por los habitantes de esas regiones en las que, con su apostolado, se extendió aún más el catolicismo; fue un gran precursor del Rosario. Algunos batallones de Vandeanos lo rezaban hasta tres veces al día.
Una de las medidas prácticas que toma la Revolución, nada más tocar poder, fue el desmantelamiento de la Iglesia. Comenzó expropiando todos los bienes eclesiásticos, desapareciendo asilos, orfanatos, escuelas, etc. El segundo paso fue exclaustrar a las órdenes religiosas, y el tercero fue darles a elegir a los sacerdotes entre ser fieles a Roma o convertirse en sacerdotes funcionarios de la República, es decir, sacerdotes controlados por el Estado, fieles a sus consignas o domesticados.
Los sacerdotes que no comulgaban con el Estado fueron masacrados, se prohibieron las misas y se persiguió cualquier tipo de práctica religiosa. El grito de guerra de los Vandeanos lo dice todo: Devolvednos a nuestros buenos curas, porque a los pocos que quedaron se les llamaban “los juramentados”, eran afines al gobierno y se les tachaba de herejes. Ante esta perspectiva, el pueblo toma las armas y la respuesta gubernamental fue masacrar esa región y acabar con todos: hombres, mujeres y niños. Los métodos de eliminación fueron terribles, desde cocer a las mujeres vivas con sus hijos en hornos de leña, a llenar barcas de gente atada para luego hundirlas en el río. Peinaron todo el territorio matando a toda persona que se encontraban. La Revolución Francesa no fue fiel al lema de Igualdad, Libertad y Fraternidad, eso es lo que predicaba, su lema más bien fue Guillotina, Destrucción y Crimen.