El expediente Royuela supera cualquier novela negra que se pueda escribir. Es una prueba evidente del viejo tópico de que “la realidad supera a la ficción”. Pero no solo eso; lo más dramático, lo peor, es que España entera conoce ya este caso y no hay ninguna autoridad, político, grupo político, televisión o institución alguna que se atreva a sacarlo a la luz. Las pruebas evidentes de que estamos ante algo real son, por un lado, la cantidad de datos en poder de los Royuela, imposibles de inventar y que coinciden con la realidad, a poco que se investiguen como accidentes, fechas, nombres, etc. Y, por otro lado, las acusaciones gravísimas que vierten sobre multitud de personajes y no son denunciados por ninguno de ellos.
Hoy hablaremos de José Ignacio López de Arriortúa, vasco de Amorebieta (1941), padre de tres hijas e Ingeniero Industrial por la Universidad de Bilbao. Empezó trabajando en Firestone, en Basauri (Bilbao). En 1980 fue contratado por General Motors y de allí se pasó a Volkswagen, que lo nombró vicepresidente. General Motors lo acusó de fraude, espionaje industrial y robo de documentos confidenciales. El proceso se cerró en 1997 con un acuerdo entre las dos multinacionales y se sobreseyó definitivamente en 1998.
En 1998 sufre un accidente de tráfico en Burgos. El Audi 80 en que viajaba junto a otras dos personas colisionó contra un camión de matrícula francesa, en el kilómetro 225 de la nacional 1, a la altura de Cogollos. López de Arriortúa sufrió un traumatismo craneoencefálico con hemorragia. Lo curioso es que este accidente, según las pruebas que obran en poder de los Royuela, no fue un accidente, sino que fue un encargo de un importante bufete de abogados estadounidense. Mena, como en otras ocasiones, ordena a Ruiz trazar un plan para la eliminación física de José Ignacio, quedando a la espera de los resultados y advirtiéndole de que había mucho dinero a ganar.
En esta ocasión, Ruiz no fue tan eficaz como otras veces, ya que el accidente no llega a provocar la muerte de José Ignacio. Este es el comunicado que Ruiz hace a Mena:
Sr. Fiscal. Le comunico que, en el día de ayer, concretamente a las 14:10, se provocó el accidente automovilístico que debía costar la vida a José Ignacio López de Arriortúa, cosa que a la hora de redactar esta nota, no se había producido, pues el citado había ingresado con vida en la UCI (unidad de cuidados intensivos) del hospital General Yague de Burgos con el siguiente cuadro clínico: Traumatismo craneoencefálico con herida en la cabeza, además de hemorragia subtural de pronóstico muy grave. Le mantendré al corriente.
Véase nota de prensa sobre el accidente.
Más tarde, Ruiz manda otra nota a Mena, informándolo de que tiene bajo control el informe de la científica sobre el accidente y que no hay que preocuparse de la investigación pericial de los hechos.
En una última nota, pasados ya seis meses, Ruiz dice lo siguiente a Mena:
Transcurridos seis meses desde la fecha en que se produjo el accidente, le comunico que no existen indicios de incidencias de importancia, lo que equivale a que la operación puede darse por cerrada aun sin haber conseguido la eliminación física del personaje.
Al menos, en este caso, podemos congratularnos de que este intento de asesinato les salió mal, y la persona en cuestión parece ser que sigue con vida al día de hoy. Seguramente, Don José Ignacio no sea consciente de que su accidente no fue tal accidente, o quizás sí, esto es algo que no sabemos. De todas formas, si esta noticia llega a sus oídos, puede ponerse en contacto con Santiago Royuela, que le dará más información sobre este asunto.