En el centro de la ciudad de Nashville, en el estado de Tennessee, una bomba explotó en las tempranas horas del día de Navidad, 25 de diciembre, produciendo tres heridos y cuarenta y un edificios con diferentes grados de daño.
Los videos muestran un vehículo recreacional o RV estacionado en frente del centro comercial y también escuchamos una alerta en alta voz de despejar el área que viene del vehículo, una voz de mujer robotizada.
Las conjeturas han empezado a circular rápidamente y más sorprendentemente es lo rápido que el culpable ha aparecido y al mismo tiempo desaparecido bajo la explosión. ¿Su nombre? Anthony Quinn Warner, un hombre de 63 años que “aparentemente” estaba instigado por su miedo a la tecnología 5G, tecnología de reconocimiento de humanos a través del escrutinio facial, como el usado en la República Comunista China.
La identificación de esta persona de interés es a través de una muestra de ADN que aparece entre los escombros “milagrosamente”, y al compararlo con el propio ADN del sujeto, del cual ya sospechaban gracias a que el vehículo fue reconocido por los vecinos que llamaron a las autoridades, autoridades que al ir al domicilio del sospechoso y, después de no encontrarlo, tomaron muestras del pelo que tenía en un cepillo.

Las causas están no muy claras aún, pero en una entrevista con el exasistente director del FBI, Frank Figliuzzi, sale a la luz que el FBI culpa a los “conspiradores” que no creen que la tecnología de 5G es una buena idea, envenenando la mente de las personas que terminan con este tipo de medidas extremas.
Ahora, con una mirada más analítica y profunda, llamémosle “no oficial”, varias fuentes particulares nos recuerdan que la central de AT&T está ubicada donde la explosión sucedió, que AT&T tiene un contrato para audicionar las máquinas de votación de Dominion, epicentro de la controversia en el fraude electoral americano. Por otro lado, se sabe que las máquinas auditadas estaban siendo llevadas a Nashville para esto.
El que era dueño del edificio de AT & T en Nashville, William Kennard, es ahora un miembro de la junta directiva de Cerberus Manejo de Capital y AT & T. Él también fue secretario de Bill Clinton y embajador por las Naciones Unidas durante el gobierno de Obama. Dominion es propiedad de Cerberus, que está dirigida por Steven Owens junto con Mr Kennard, cuñado de Joe Biden, coincidentemente.
La sensibilidad del pueblo americano, o al menos la mitad del pueblo, está en altos decibeles, pues la semana pasada salieron a la luz videos de Hunter Biden, el hijo de Joe, teniendo sexo con una profesional asiática. La opinión pública exige la investigación de los negocios del hijo de Biden con China y la mencionada corrupción del uso de fondos públicos que pagan, entre otras cosas, la contratación de “trabajadoras sociales” de alto nivel o escorts. Después de los eventos del 9/11 y de las fotos mostrando la “muerte” de Bin Laden, entre los ejemplos más recientes, los norteamericanos tienen la sensación poderosa de que están viviendo una película, una mala película clase B. Hollywood se ha infiltrado en nuestra vida diaria, y lo “mejor” está por venir, quizás más que una película es una miniserie de pocos episodios en la cual el 6 de enero, día del traspaso de poder de un líder a un candidato, es el episodio más esperado, y a continuar…