Bernard Berelson fue bibliotecario antes de ser un experto de la manipulación durante la Segunda Guerra Mundial. Pasó a trabajar para la Fundación Rockefeller y escribió su libro Public Opinion and Communication (Opinión pública y comunicación), uno de los trabajos seminales en teoría de la comunicación, así como un ejemplo de cómo las técnicas psicológicas usadas contra el enemigo en la Segunda Guerra Mundial, y perfeccionadas durante las misma, serían dirigidas hacia el propio público estadounidense y, como sabemos, exportadas al mundo.
Estas técnicas se aplicarán a través de los medios de comunicación, la radio y la televisión de los años 50 como medio de control del público. Berelson escribe:
“El crecimiento de la secularización da lugar a que áreas de la vida humana están ahora abiertas a opinión y no a ninguna ley moral de naturaleza Divina, y abiertas a la comunicación masiva más que a la revelación bíblica. El crecimiento industrial nos ha provisto de la tecnología para alcanzar a mayor número de personas”.
El logro de mantener al secularismo progresando en cada esfera de la vida social del individuo es el diluimiento de la ley moral absoluta, o bien, la búsqueda de la verdad reduciendo las instancias a acontecimientos relativos que son opinables, y este logro se cumple cuando los que controlan las opiniones controlan el país.
Pero era claro también que en los EE. UU. crecían los grupos religiosos cristianos y que sus opiniones no podían ser manipuladas, ya que seguían verdades absolutas, como la Biblia, que estaban hacia el camino de convertirse en monopolios difíciles de controlar porque la creencia religiosa es ipso facto contraria a la opinión y por consiguiente no sujeta a manipulación.
Para contrarrestar esto que estaba sucediendo y abrir campo al control político habría que mover grandes áreas de pensamiento religioso hacia las áreas de opinión.
El 3 de julio de 1962, la Fundación Rockefeller y su director, John Rockfeller, el tercero, encuentran la oportunidad de oro cuando Cass Canfield, cabeza de Planned Parenthood, o clínicas abortivas de América, y director del Consejo de Población de la fundación, viene con la idea de publicitar un video hecho por el Padre O´Brien hablando de la contracepción y los católicos, todo bajo el “contexto” de la responsabilidad del católico en el crecimiento de la población mundial, siendo al momento la religión que se oponía a toda contracepción que no fuera natural. La fundación, ni lenta ni perezosa, comenzó una serie de conferencias en la universidad americana católica por excelencia, Notre Dame, que fueron escuchadas por millones haciendo que la gente se cuestionara cosas dadas por sentadas.
En 1965, Father Hesburgh, presidente de esta universidad, se aparece en Roma con el mismo J. Rockefeller III y pide una audiencia con Pablo VI, en la cual el billonario directamente le pide al Papa que cambie la doctrina de la contracepción, y también le ofrece que él le puede escribir la encíclica que explicaría el cambio doctrinal. Y agrega en una carta que manda al Papa después de que esa reunión se llevará a cabo, que si la Iglesia católica no se pone a la cabeza de este cambio va a perder el tren, porque el mundo está cambiando y los católicos también, y es mejor que la Iglesia, que tiene el poder estabilizador mundial, no vaya a perder la oportunidad de ser la líder y la guía de dicho cambio porque esto no puede ser detenido, y agrega, para terminar, que teme que la Iglesia Católica va a perder la hegemonía si no se adapta a las nuevas tendencias.
Este encuentro produjo una gran impresión en el Papa que terminó escribiendo Humanae Vitae tres años más tarde y que resultó ser un trago amargo para el establishment liberal malthusiano americano. Las prácticas de propaganda en contra de grupos religiosos, y especialmente de la Iglesia Católica, crecieron exponencialmente, y lo que se conoce como la revolución sexual de los 60, en realidad fue un operativo negro en contra del Vaticano.