Y las cabezas cayeron en la guillotina.

Publicado en febrero 06, 2021, 8:05 am

Todavía resuena en mis oídos la canción de León Gieco, un cantautor argentino: “la historia la escriben los que ganan, pero hay otra historia”, y aunque no es original de él, cuánta sabiduría tienen estas palabras, pues los seres humanos no podemos ser reducidos a categorías como muchos proponen: tu color de piel, tu género, tu etnia. Los seres humanos somos complejos, con multiniveles y capas sobre capas que no deben ser ni mutiladas ni sofocadas, sino entendidas y ordenadas a través de la educación y la preservación de los valores y tradiciones de una determinada cultura para que podamos hacer del mundo un mejor hogar.

Con estas notas en mente, me acuerdo de un perfecto ejemplo como es la historia de la Revolución Francesa, una historia negra de la humanidad. Pero la historia que yo recibí en la escuela fue otra historia, la historia de los que ganaron, no de los que murieron, y corrió mucha sangre en nombre de la fraternidad.

Mi profesor de Historia, con bravura nos repetía el latiguillo famoso: Libertad, Fraternidad e Igualdad. ¡Qué maravillosas palabras! Si fueran ciertas. Este es el famoso caso de cambiar un amo por otro, y ejemplos sobran en la Historia. Si sabemos la historia de los que pierden, en el caso de Francia fue por su identidad católica cultural y el esparcimiento del escepticismo y el materialismo ateo, con sus consabidas consecuencias.

En eso estaba pensando cuando llegaron a mis manos las últimas palabras del rey de Francia, Luis XVI, ya que el día 21 fue el aniversario de su ejecución, y el Padre Curtis publicó en su sitio web el último testamento del Rey:

“En el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo, Luis XVI de Francia, habiendo estado encarcelado por cuatro meses en la Torre de Temple en París, por aquellos que eran mis súbditos, y privado de toda comunicación y sin poder ver la justicia en esto, nada más que la pasión de unos hombres que la justicia no puede justificar, y no teniendo otros testigos, solo ante Dios, declaro mis últimos deseos…”

“Confío mi alma al Señor, el Creador, y le ruego por su infinita misericordia. Muero en comunión con la Santa Iglesia, católica, apostólica y  romana, que tiene la única autoridad en el mundo por la misma sucesión apostólica desde nuestro Señor Jesucristo.”

”Tengo pena, con todo mi corazón, de nuestros hermanos que están en error, aunque no clamo juzgarlos ni los amo menos porque así amamos en Cristo. Pido perdón por todos mis pecados, que he buscado siempre de conocerlos, detectarlos y luchar en contra de ellos, y me humillo en la presencia de Dios, ya que no me han otorgado el alivio de un sacerdote. También perdono a los que creen que los he ofendido, perdono con todo mi corazón a mis amigos que se convirtieron en enemigos, y pido misericordia para mi familia, mi esposa, mis hijos, mi hermana y aquellos que me han acompañado en el liderazgo del reino de Francia.”

”Le entrego a mi esposa, que nunca ha dejado de ser una buena y atenta madre cristiana, y que guíe a nuestros hijos por el camino del bien; también pido su perdón si la he hecho sufrir.”

”Le recomiendo a mi hijo, que si alguna vez asciende al trono, que no se olvide que él se debe a la felicidad de los ciudadanos, que solo puede hacer feliz a la gente gobernando bajo las leyes porque si no, no será respetado ni tendrá autoridad” …

”Tengo gratitud hacia todos los que me han mostrado un desinteresado afecto, y que mi hijo los reconozca si aparece la ocasión”..

”Ruego a MM De Malesherbes, Tronchet and De Seze, que reciban toda mi gratitud por todo el cuidado y problemas que tuvieron por mí.”

”Estoy listo para aparecer frente a Dios y declaro que soy inocente de todos los crímenes que se me imputan”.

Corresponsal de Estados Unidos.

Corresponsal de Estados Unidos

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