LA TRANSPARENCIA SANITARIA QUE MERECEMOS

Publicado en febrero 14, 2021, 9:36 am

Dolores Cahill es cofundadora de la alianza por los derechos de la salud humana. Médica, bióloga y epidemióloga irlandesa, trabaja incansablemente y aboga tanto por una salud segura como por los derechos de las personas a recibir medicina segura y por la libertad de decidir sobre su tratamiento. Su organización se dedica a estudiar todas las medicaciones que están en el mercado, hacer estadísticas, incluyendo las vacunas y los efectos de las vacunas a largo tiempo, no solo los efectos inmediatos.

En su última entrevista con Catherine Austin Fitts, del Reporte Solari, Dr Cahill menciona todos los estudios que soportan la relación entre las vacunas y las condiciones o enfermedades que los niños sufren, ya sea por mercurio u otros elementos que envenenan el cuerpo. La más famosa es el autismo, del cual se han escrito cientos de páginas, pero menos conocidas son la muerte súbita en bebés, alergias fuertes, trastornos neurológicos y de conducta, como también problemas de inmunidad.

Los doctores en general niegan estos síntomas como producto de las vacunas por la simple razón de que pueden perder sus trabajos o la renovación de sus matrículas, además son ridiculizados o nunca promovidos y su reputación arruinada por siempre. Un gran problema en los países del primer mundo es que la medicina es protocolar y los médicos trabajan indirectamente para las farmacológicas, ya que los diagnósticos no son para encontrar la causa, sino más bien tratar los síntomas si la enfermedad en un 80% no es mortal. Otro problema es que haya claridad en la descripción de la vacuna, pues como padres es necesario saber si la posibilidad de muerte existe y que, además, estén descritos todos los efectos secundarios en lenguaje simple, no lego.

Otro problema es que una vez que los padres toman conciencia y deciden no vacunar a sus hijos, en muchos países los denuncian a la secretaría social, en el área de protección de niños. Esto significa que les arrebatan los hijos por considerar que no son buenos padres, ya que no los vacunan. Un ejemplo es la vacuna HPV, que es una vacuna en contra de una enfermedad transmitida por actividad sexual y que se cree que evoluciona en cáncer de ovario y útero. Esta vacuna ha causado muchos estragos en las adolescentes que se la han aplicado. Un estudio en Noruega asoció el súbito deterioro de salud de niñas noruegas a causa de la vacuna, pues muchas de ellas no podían caminar y tenían convulsiones, y siendo jovencitas perfectamente sanas terminaron discapacitadas en sus reflejos motores. Otro ejemplo sería la polio que ha causado esa misma enfermedad a 400 mil indios porque la vacuna no es la polio que se encuentra en la naturaleza. Y los ejemplos continúan.

El 70 % de las vacunas para los niños de más de 4 años contienen aluminio, así como titanio o plomo. Estos metales bajan el nivel de inteligencia, y el ejemplo de ello es que, si una persona tiene un IQ de promedio 100, algunas vacunas pueden bajar el IQ abajo de 80. En la mayoría de los empleos no contratan gente con un IQ abajo de 80, incluyendo en la milicia, pues esto provoca otro problema que es la dependencia de esa persona de por vida, costo que recae en la familia y transforma totalmente la dinámica familiar, donde probablemente uno de los padres tiene que dejar de trabajar para cuidar al niño discapacitado. Así que no solo hay costos económicos, sino para la sociedad, y para la familia el costo emocional que a veces desencadena en la descomposición de la unidad familiar.

La doctora también ha declarado en la ONU abogando por la salud de niños, y delineó un plan de salud segura para los próximos 50 años, un plan que no fue aceptado por el momento, ya que hay muchos intereses creados. Este plan incluye, entre otros tópicos, la transparencia de la cúpula médica, el poder de los seguros médicos que no quieren que se superen ciertos precios en los tratamientos y la toma de responsabilidad de los laboratorios. Esto último, muy concerniente a estos momentos en los cuales los laboratorios se han desligado de toda responsabilidad de los efectos de la vacuna Covid, vacunas que en USA no están aprobadas por la FDA (Food and Drugs Administration), entidad de regulación de todo el alimento y medicina de los Estados Unidos. Si entramos en la página web del CDC, se aclara que se ha aprobado la distribución de la vacuna por el grado de emergencia existente y por un tiempo limitado, pero que la FDA no la ha aprobado.

Corresponsal de Estados Unidos.

Corresponsal de Estados Unidos

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