LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES. PERO, ¿Cuál?

Publicado en febrero 18, 2021, 7:49 am

Dice un viejo proverbio: “los tiempos difíciles producen hombres fuertes, los hombres fuertes generan buenos tiempos, los buenos tiempos crean hombres débiles y estos engendran tiempos difíciles”. Una de las mayores debilidades de nuestro tiempo es no poder afrontar la verdad aun conociéndola. Cuando la verdad no es reconocida y defendida el resultante es una sociedad débil, y las sociedades débiles están condenadas a desaparecer. La Fe es la que da la fortaleza para cambiar la sociedad. Una sociedad sin Fe es una sociedad débil.

Esto es una realidad que se repite una y otra vez a lo largo de la Historia. Esta sentencia tiene también un paralelismo con lo acontecido al pueblo judío a lo largo del antiguo testamento: “El pueblo es esclavizado, el pueblo clama a Dios, Dios libera al pueblo, el pueblo liberado se olvida de Dios, y el pueblo vuelve a ser esclavizado”.

De la misma manera que los tiempos difíciles engendran hombres fuertes, la necesidad, en muchos casos, engendra la Fe. El hombre débil no soporta la verdad porque la verdad es dura y compromete, y para afrontar la verdad es necesaria la Fe.

Una manera de alejarse de la verdad es alejarse de la Fe, y para saber cuán lejos se está de la Fe solo hay que analizar cuánto nos cuesta decir la verdad. Es duro en una sociedad que acepta el aborto defender la vida; es duro en una sociedad que se enorgullece del divorcio, hablar a favor del matrimonio hasta la muerte; es duro en una sociedad que idolatra a la homosexualidad hablar de la heterosexualidad como virtud. Hay un cuentecillo que refleja muy bien esta realidad y es el siguiente:

Un hombre caminaba paseando por las calles de una pequeña ciudad. Tenía tiempo y entonces se detenía algunos instantes en cada escaparate. Al dar vuelta en una esquina se encontró de pronto frente a un modesto local que tenía un letrero que decía: “Aquí se vende toda clase de verdad”. Intrigado, entró en la tienda, a la vez que pensaba que la verdad había que descubrirla, no comprarla.


–Perdón, ¿esta es la tienda de la verdad?
–Sí, señor. ¿Qué tipo de verdad anda buscando?

-–¿Existe más de una?

-–Pues sí, señor. ¿Cuál es la que anda buscando? 

-–¿Qué verdades tiene?

El vendedor le mostró las primeras cajas y le comentó que esas cajas contenían semiverdades muy bonitas, a lo que el hombre argumentó: 

–¿Por qué son semiverdades?

El vendedor le contestó que eran verdades hasta un punto donde no dolían. El hombre se fijó en otras cajas de color dorado y preguntó por su contenido. El vendedor le contestó que contenían mentiras que se vendían como verdades y que eran muy consoladoras y muy atractivas, que su belleza hacía olvidar que no contenían nada de verdad, que eran falsedades, pero que a la gente le gustaban mucho y que se vendían muy bien. El hombre contestó:

–No quiero ninguna de esas mentiras, quiero la verdad única. ¿O es que no la tienen?

El dueño de la tienda se sorprendió mucho y le mostró una caja con una etiqueta que decía: “Verdad Auténtica”, y a la vez le comentó que no se la aconsejaba en absoluto, que la gente normalmente buscaba verdades agradables e indoloras, verdades que consuelan, y que además había que pagar por ella un alto precio. Cuando el hombre miró el precio en la etiqueta, leyó: “El precio es tu tranquilidad”, y entonces preguntó:

–¿Qué significado tiene eso de que el precio es mi tranquilidad?

El vendedor le explicó que si compraba aquella verdad, ya no estaría tranquilo nunca más el resto de su vida, que ya no encontraría jamás la paz falsa que las otras verdades le podían dar, que nunca más tendría descanso fácil. El buscador de la verdad quedó pensativo un tiempo y al final se decidió por la primera caja que le mostraron.

Por la verdad siempre se paga un alto precio. Los únicos que pueden descansar con cierta paz con la caja de la mentira son los que verdaderamente la creen como verdad, los que ignoran por completo y no tienen conciencia de estar en el error. También están los que, como el personaje de nuestro cuento, conociendo la verdad y la mentira se engañan a sí mismos creyendo que el sufrimiento será menor si compran semiverdad. Cristo dijo: “La Verdad os hará libres”. El precio de la caja de la verdad auténtica es la Cruz, y es la Cruz la que nos hace libres. Vivir fuera de la verdad, al final es vivir fuera de la Fe y es vivir esclavizados.

Corresponsal de España

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