La geoingeniería es la práctica de modificar el clima del planeta por medios artificiales. Las dos formas principales que se están experimentando en este momento en los países poderosos son la supresión de la injerencia de la luz solar para “enfriar” el planeta y la eliminación, o tratar al menos de eliminar, el dióxido de carbono de la atmósfera (fertilización del mar y árboles artificiales, son dos métodos comunes de experimentación).
¿Cómo se logra esto? Esparciendo metales y químicos en el cielo. Los aviones que se usan son los aviones de alto vuelo F15C que sueltan en el cielo nanopartículas, que producen un efecto de refracción de los rayos solares, y químicos, entre ellos, hidrógeno sulfito (H2S) o dióxido de sulfuro (SO2); en otras pocas instancias se usan unos globos atmosféricos fabricados para ese propósito y que dispersan aluminio, bario y estroncio.
En EE. UU., varias personas preocupadas comenzaron a hacer preguntas, especialmente porque esas no son cosas que salen en las noticias, pero la gente se percata de que el cielo ha cambiado, que las nubes que todos conocemos ya no aparecen y que hay días en que lo único que se ve son rayas blancas en el firmamento. Un grupo de expilotos de la fuerza aérea americana, así como dos bioquímicos y una ingeniera que trabajaba para la NASA, crearon una organización que se dedica a investigar y analizar la calidad del aire y la lluvia en la atmósfera, y reciben información local de la gente que nota cosas distintas o raras que están pasando, como la nieve que ha cambiado de aspecto en varios lugares del territorio americano y que al analizarla encontraron una gran cantidad de metales que no deberían estar allí.
Geoengineeringwatch.org, el nombre de esta organización, descubrió el alto porcentaje de metales que hay en la atmósfera en algunos lugares donde los aviones pasan esparciendo con frecuencia, y formaron un comité que contactó a los senadores de los respectivos estados y hubo un reconocimiento de estas actividades, aunque con una diferente explicación y no confirmando toda la información con que este comité se presentó. El Dr. Dietrich Klinghardt relaciona muchas de las enfermedades que vemos más frecuentemente a todo lo que está en el aire que respiramos (ver video), muy elocuentemente.
Lo importante es que la gente está siendo informada y prestando más atención a estos cambios climáticos tan fuertes que parecen no ser debidos solamente a causas naturales, sino a manipulación del clima. El verano de 2019, entre junio y julio, fue el verano más alto en temperatura del siglo pasado, y los incendios y las sequías de zonas próximas al ártico provocaron nubes de humo que cubrieron los cielos creando un efecto invernadero en el cual los hielos superficiales comenzaron su derretimiento, cosa que provocó la interrupción natural cíclica entre la estación de deshielo y de congelamiento, por mencionar solo un ejemplo.
El uso de la geoingeniería no es algo nuevo, pues por décadas se han estado creando estos programas, especialmente después de la Segunda Guerra, técnicas químicas que fueron creadas pero que siguieron bajo la mesa aun después de que la guerra terminó. Pero ahora los signos son tangibles para cualquiera de nosotros. Es el mismo aire que respiramos todos, no es un lago o un río contaminado al que podemos controlar, es la atmósfera y todo lo que cae desde el cielo que no solo los respiramos, sino que lo tomamos o lo toman los peces y demás animales y también las plantas con las que nos alimentamos y son regadas con aguas contaminadas.
La solución sería que detuvieran sus experimentos de control del clima, pues aunque suene muy bien en teoría, las consecuencias ya las estamos viendo. Probablemente esto no va a pasar, ya que hay poderosos intereses y también puede ser utilizado como forma de extorsionar a distintas regiones del planeta, pero sí debemos alzar la voz para que al menos sepan que están siendo observados y van a tener que asumir responsabilidad por todos estos cambios climáticos, que no son por causa nuestra ni de nuestros desodorantes, pero sí de los poderosos que están jugando a ser Dios.
José Ruiz
Buen artículo Adriana