Recientemente, escuchamos en RTI, el canal publico de Rusia, que alrededor de cien militares hindúes están siendo entrenados para el uso de los misiles S-400 Triumf, que es un sistema de defensa que solo pocos países lo tienen y el más sofisticado del mundo en el momento. En el 2018, India compró cinco de estos sistemas operativos aun ante la amenaza de los EE.UU. de sancionarlos por desacato a pactos preexistentes.
Este misil construido por la compañía rusa Almaz Antey tiene una capacidad de destruir naves enemigas, drones y otros misiles a una distancia de hasta 400 km. y puede detectar un objeto a 600 km. de distancia. También puede ser personalizado según las especificaciones del cliente. El S-400 está compuesto de cuatro diferentes misiles con rangos de 400, 250, 120 y 40 km. Tiene una capacidad de detección de 100 objetos en el aire en forma simultánea y atacar a 12 objetivos en una sola operación. Existe una primera versión que la República Comunista China también ha desarrollado y es el S-300, aunque los rusos tienen ya la versión que les sigue, el misil S-500, que guardan para sí mismos.
Los EE.UU. no son muy proclives a comentar las armas que poseen, más bien a argumentar sobre las armas que los demás poseen o puedan poseer. Un ejemplo claro de esto es lo que pasó con Turquía, miembro de la NATO. En el 2016, Rusia hace saber a Erdogan, líder de Turquía, que la CIA estaba detrás de un golpe de Estado para destituirlo. La reacción de este país no se dejó esperar, y qué mejor idea que adquirir de los mismos rusos el sistema de defensa que William Engdahl llama el sistema operativo aéreo más avanzado del mundo o S-400.
La reacción de EE.UU. fue, como es común, a través de sanciones económicas. En el 2019, el sistema de bancos que prestan dinero a gran escala, bajo el nombre The Big Tree, bajaron el estatus de la deuda turca a marca roja o de riesgo provocando la caída de la lira turca, hecho que obligó al país a aumentar los intereses y ahogar el crecimiento económico que venía sosteniendo ya por algunos años. Otros ejemplos de sanciones fue aumentar al doble la tasa de importación de aluminio y acero turcos. Turquía salió del paso de esta crisis con un préstamo de 15 billones a Qatar, y después de una reciente visita de Erdogan a China las noticias son que este país comunista también otorgó un préstamo importante, aunque no sabemos las condiciones.
En abril de este año el presidente de EE. UU. hizo lo impensable, fue el primer presidente de los EE. UU. que acusa a Turquía del genocidio en contra de los armenios en el año 1915. Cuando las aguas se habían calmado entre Turquía y EE.UU., Joe Biden rompe el statu quo y trae a colación un tema que ha sido siempre tabú entre las relaciones de estos dos países. Es interesante pensar por qué los consejeros del presidente americano piensan que este es un momento para sacar a relucir algo que paso hace mas de 100 años, poniendo nuevamente una tensión entre ambos países.
Deberíamos ponernos nerviosos de que los países más poderosos del mundo todavía estén jugando a los soldaditos y nos indica muy claramente que los temas que ellos alegan son tan imperiosos y preocupantes, como el calentamiento global y la sustentabilidad del planeta, son palabras vacías ante la continuación de esta carrera armamentista de la que poco se habla, pero que sigue vivita y coleando como en sus mejores años de la Guerra Fría. Ahora tenemos, no solo Rusia y EE.UU. con las armas más poderosas de destrucción, sino también China, India, Irán y, ahora, Turquía.
¿No podrán hacer armas mas sustentables y que calienten menos?