LA VISIÓN GRECO-CATÓLICA DEL SER HUMANO

Publicado en agosto 07, 2021, 5:10 pm

La tradición occidental en cuanto a la naturaleza humana se basa en el reconocimiento de que su alma es inmortal. En su obra “Las Leyes”, Platón nos dice que “... de todas las cosas que el hombre tiene, la más divina y la más verdaderamente suya, es su alma. Nada que es nacido de la tierra es más honorable que lo celestial y el que se esconde de su alma no sabe lo valioso de lo que posee y de lo que desprecia”. Sócrates escribe en Phaedo que el alma es la forma que trae vida al cuerpo, y “esta forma o vida no puede admitir la muerte, más que un número impar puede a un número par, o que el fuego admitiera el calor, o la justicia estuviera compuesta de injusticia. Así como esta forma que da vida no admite morir, es inmortal y, si es inmortal, es como Dios, inmortal”

   La fe católica adopta la explicación de los grandes filósofos griegos y la perfecciona con el conocimiento fehaciente de Dios en la figura de Jesús Cristo, segunda persona de la divinidad, o más simplemente dicho, Dios encarnado en forma humana. Aristóteles, el gran pupilo de Platón, va más allá de la doctrina de las formas y le agrega la dimensión metafísica que tanto ayudó a entender el accionar de Logos en la historia humana y del cual tenemos un atisbo en el evangelio de Juan 1 donde el apóstol nos explica quién es Dios.

   Aristóteles y la fe católica acuerdan que “el alma es la substancia del homo sapiens y le da forma y guarda la existencia y el sostenimiento de estas unidades de materia y forma (humano) y los humanos somos una única substancia que consiste de un cuerpo formateado por el alma racional que determina su naturaleza humana”. Por supuesto que Platón y Aristóteles vivieron en épocas previas a la encarnación divina, pero, aun así, a través del pensamiento filosófico concluyeron la existencia de Dios, un común origen a toda la existencia. Un ser que siempre existió, un ser no creado.

  Después de la aparición de Dios en la Tierra aprendimos que esta alma nuestra está creada para la eternidad y en compañía del mismo Creador, y que con la visión beatífica que se nos concede podemos ver a Dios cara a cara. San Agustín se maravillaba en su obra “La Ciudad de Dios” cómo los platónicos, siguiendo a su gran maestro Sócrates, discernieron por razón pura, no solamente la existencia de un ser supremo por sobre los otros dioses que aceptaban, sino también, con razón de esta existencia suprema, convertir toda la filosofía en un sistema ético para la transformación y regulación de la moral en la ciudad-estado griega. Para Agustín lo importante era que “al menos estos filósofos dedujeron estas verdades acerca de Dios, que en Él encontramos la causa de todo lo que existe, de todo lo que es, de la razón de todo pensamiento y la regla de todo vivir”. De esto concluimos que Dios es la medida de todas las cosas, no el hombre.

   A través de la razón solamente los platonistas vislumbraron que la felicidad del hombre consiste en convertirnos, y cito a Platón: “ser como lo divino, lo más que podamos”. Muy sorprendente considerando que Platón ni los otros filósofos eran cristianos. Pero como San Pablo nos enseña: “porque las cosas invisibles de Dios, desde la creación del mundo, son vistas claramente en todo lo que Él ha creado”. Con esto podemos decir que la creación promueve la contemplación de lo divino, y toda actividad que nos impide contemplar y servir a Dios no es buena en su intención y por ende nos produce infelicidad y frustración.

   San Agustín describe las dos únicas ciudades en las que el hombre puede vivir, en la ciudad de Dios o en la ciudad del hombre, y mirando alrededor podemos asegurar que no estamos viviendo en la ciudad de Dios, sino del hombre para el hombre; una vida humana finita y construida en lo perecedero, en el placer y en lo material, en un mundo que pasará eventualmente. Para lograr un perfecto balance y sentirnos realizados debemos estar en sincronicidad con lo divino, con el Creador, siguiendo sus leyes que en su infinito amor nos ha dejado para que tengamos la mejor vida posible y obtengamos la fortaleza y esperanza del que espera el encuentro con el Amado en la vida eterna.

Corresponsal de Estados Unidos.

Corresponsal de Estados Unidos

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