Como ya sabemos, la presunta vacuna para prevención de la COVID-19 ha sido promovida desde las altas esferas de la institución católica con base en Roma. En palabras de M. Mullarkey, en su blog Studio Matters, “a needle in every arm and global governance to enforcé it”, una aguja en cada brazo y un gobierno global que lo imponga. El Papa Francisco ya pidió en recientes asambleas, tanto en Davos como al Banco Mundial, junto con el FMI, financiamiento para que la vacuna llegue a todos los rincones de la tierra en función de una llamada “solidaridad global”. Pareciera que esta vez la redención viniera en forma de vacuna. Otras palabras que salieron de su boca fueron: “estamos obligados moralmente y no tomarla es una ‘negación suicida‘ y una ofensa contra el mandamiento “amar a tu vecino”. Se olvidó mencionar el primer mandamiento, cosa usual para él.
Nos preguntamos: ¿por qué el Papa, que apela a la ayuda internacional con palabras elocuentes, tales como “reunidos para desarrollar estrategias que terminarían con el sufrimiento de la humanidad”, se une con tanta insistencia a un Endeavor de tipo médico-farmacéutico sin precedente en la historia de la Iglesia? Cuando ahondamos un poco más en la información relacionada con esta sumatoria de las partes interactuantes en esta odisea pandémica nos encontramos que en mayo se ofició la Quinta Conferencia Internacional del Vaticano, conferencia que este año se desarrolló vía zoom, y el tema a tratar no fue el de los distintos tratamientos para la lucha contra este virus, sino, vaya sorpresa, la investigación genética y terapias celulares. El presentador fue nada menos que el Cardenal Ravasi, cabeza de la Consejería Pontificia para la Cultura. Otro anfitrión fue Robin L. Smith, de la Fundación CURA y subsidiaria de Stem for Life (Stem para la Vida).
Esta conferencia empezó a organizarse hace diez años y casualmente, hace diez años, en junio de 2011, El Vaticano anunció una inversión de un millón de dólares en una biomédica llamada NeoStem, que investiga y experimenta con células madre para alargar la vida y la salud de las personas. El padre Tomasz Trafny le responde al L.A. Times que esta empresa cumple con dos condiciones interesantes para El Vaticano, la primera, que Neostem busca el impacto cultural en su propio trabajo, y, segundo, la empresa comparte la misma moral y sensibilidad ética. No aclaró lo que estas dos declaraciones significan.
NeoStem contaba con el doctor Mariusz Ratajczak, el inventor de VSEL (Very Small Embrionyc Like), una tecnología relacionada con la experimentación en células embrionarias, un tema bastante controversial por la procedencia de este material, aunque como el mismo PR del consejo pontífice aclara, no es de abortos sino de fertilización in vitro de los embriones que son desechados como resultado de dicha fertilización, como también tejido de placenta y cordón umbilical de los recién nacidos. Eventualmente, esta empresa quebró, aunque la tecnología fue comprada como usualmente pasa en estos casos.
Cabe mencionar que estas nuevas empresas que aparecen en el mercado (start-ups) son de alto riesgo y necesitan siempre de financiamiento para seguir adelante con sus experimentos. CURA desarrolla estrategias para conseguir financiamiento concentrándose en el ámbito biomédico, y también trabaja con una financiera de capital ventura llamada Aspire, que fue participante de esta quinta conferencia pontificia con el titulo de Unidos para prevenir y Unidos para curar, explorando la mente, el cuerpo y el alma.
El cartel anunciando la conferencia imita la creación de Adán, las dos manos que se acercan y casi los dedos que se tocan en el famoso mural de Miguel Ángel, pero esta vez con manos enfundadas en guantes de látex. Este aviso llamó la atención de muchos católicos comprometidos con la función de la Iglesia y su misión de promulgar la verdad de Cristo en el mundo. Pero la conferencia en sí fue una oportunidad para buscar inversores y donantes para estos negocios con el aval del Vaticano.
Una de las compañías biomédicas participantes fue la controversial CRISPR, que trabaja con edición de genes, manipulación de genes hereditarios con ciertas características y creación de cigotos humanos. Este envolvimiento del Vaticano en ingeniería genética sin ningún debate ético de por medio es sorprendente, aun para el actual Vicario de Cristo. Por otro lado, El Vaticano es un Estado independiente y tiene derecho a invertir para generar dinero como así siempre lo ha hecho, dinero que será utilizado correctamente, también es verdad, aunque la mayoría de las veces no nos enteramos de los negocios del Vaticano, quizás porque ciertas alianzas financieras no son hechas directamente, y como ejemplo cito a la Congregazione dei Figli dell’Immacolata Consezione, en Roma, un instituto religioso que compró un laboratorio de investigación y creación de drogas a la empresa Pfizer, para curar el cáncer, a la que la congregación la renombró NERVIANO, y firmó contratos de desarrollo de drogas contra el cáncer con los laboratorios Bristol-Myers Squibb y la misma Pfizer por 400 millones de dólares. Más tarde, en el año 2017, le vende el 90 % de los intereses a una compañía biotecnológica china, SARI, por 359 millones.
Se esperaría que El Vaticano privilegiara negocios con industrias que compartan la misma visión judeo-cristiana del mundo, y no servir a los cambiadores de dinero en el templo, los lobistas o los ciegos, por búsqueda de más ganancias y sin escrúpulos; los aventureros, especuladores y prestamistas que apuestan en tratamientos que alcancen la eterna juventud. También debería cuidarse de los científicos que buscan dinero para sus propias investigaciones egotísticas, burócratas del gobierno de turno y compañías que hacen drogas. Todas estas entidades se asemejan más a un Leviatán, monstruo bíblico de las profundidades del mar, que sólo tiene en consideración el interés de sus amos y no el beneficio de la humanidad.