Los problemas que está teniendo Bolsonaro (presidente de Brasil) eran de esperarse. Un presidente cristiano, católico y conservador. Un presidente que, en su primer discurso tras ganar las elecciones, mostró su interés por acabar con la ideología de género. El poder ejecutivo que representa Bolsonaro no encuentra ningún respaldo o, mejor sería decir, está siendo acosado constantemente por los poderes legislativo y judicial, ya que los miembros de estos en su mayoría están compuestos por comunistas, o trabajan para el Foro de Sao Paulo o están a las órdenes del globalismo, y están más interesados en expulsarlo que en arrimar el hombro.
Sara Winter, la conocida activista de FEMEN, que pasó del feminismo radical a provida y actual coordinadora nacional de políticas para la maternidad del Ministerio de la Mujer, Familia y Derechos Humanos de Brasil, dice lo siguiente:
Elegimos un presidente de derechas, pero toda la estructura del Gobierno es comunista en Brasil. A través de maniobras jurídicas y legislativas van parando todas las iniciativas que Bolsonaro quiere llevar a cabo. Cuando llegó el covid, se llevó a cabo una propaganda de terror. El Tribunal Superior de Brasil decidió que el presidente no tenía ningún poder para decidir si los negocios y las escuelas abrían o cerraban. Bolsonaro, tras asesorarse, quería tratar el problema con la hidroxicloroquina, pero no lo dejaron. La Suprema Corte de Brasil decidió que las competencias para determinar los cierres y confinamientos caerían sobre los gobernadores y los alcaldes, y restringió el poder de decidir sobre la economía, el tráfico de personas y la producción de bienes al presidente, y estas pasaron a manos de una mayoría de gobernadores comunistas y globalistas.
Véase testimonio completo de Sara
La dura realidad de Brasil es que hay un enfrentamiento entre las fuerzas que lidera Bolsonaro y las fuerzas comunistas y globalistas encarnadas en jueces de la Corte Suprema de Justicia. La incógnita es: ¿conseguirá Bolsonaro sanear la Corte Suprema? O, por el contrario, ¿conseguirán los jueces la destitución de Bolsonaro? ¿Habrá intervención de las Fuerzas Armadas? O bien, ¿no ocurrirá nada hasta las próximas elecciones?
En la conmemoración del día de la independencia de Brasil, Bolsonaro dio un discurso en el cual convocó a la población a defender la libertad. Destacamos algunas palabras suyas:
Le digo a los sinvergüenzas que yo nunca seré preso. Piensan que con un lapicero pueden sacarme de la presidencia. Para todos nosotros tenemos tres alternativas, y en especial para mí: preso, muerto o victorioso. Le digo a los sinvergüenzas que yo nunca seré preso. Mi vida le pertenece a Dios, pero la victoria es de todos nosotros. Brasil por encima de todo y Dios encima de todos.
Véase vídeo de manifestación a favor de Bolsonaro.
Se percibe en el ambiente político de Brasil quizás la intención de dar un golpe de estado institucional. Existen más de cien peticiones de destitución de Bolsonaro desde el Congreso. Además, circula una carta donde más de cien personalidades de izquierda advierten de un posible golpe de estado en Brasil. Entre ellos, Avram Noam Chomsky (lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense de origen judío); Adolfo Pérez Esquivel (activista, escultor y pintor argentino, premio Nobel de la paz en 1980, destacado como defensor de los derechos humanos y defensor de la teología de la liberación); Rafael Correa (expresidente de Ecuador); Celso Luiz Nunes Amorim (ministro durante el mandato de Lula da Silva), etc.
La Corte Suprema está atenazando fuertemente a Bolsonaro, han eliminado la inmunidad parlamentaria a diputados, han abierto investigación al mismo presidente, se está persiguiendo políticamente a diputados, periodistas y a simpatizantes de Bolsonaro. Hay que destacar sobre todo en esta persecución a dos jueces de la Corte Suprema: Alenxandre de Moraes y Luis Barroso. Barroso, además de ser miembro de la Corte Suprema, es presidente del Tribunal Superior Electoral y abrió una causa contra Bolsonaro porque este viene cuestionando el sistema de urnas electrónicas y propone una reforma de la Ley Electoral para que se introduzca, además del conteo electrónico, el conteo físico de las actas electorales para asegurarse de la limpieza en las próximas elecciones. Por pedir esto, Barroso le abrió una causa a Bolsonaro.
El otro juez, Alexandre de Moraes, inició una investigación contra el presidente por lo que él considera difusión de noticias falsas en las redes contra las instituciones democráticas.
Lo que se deduce claramente de todo esto es que Bolsonaro no se ha plegado al control que el nuevo orden ha establecido en la mayoría de los países, y parece también que no piensan perdonárselo y que harán todo lo posible para que caiga. No debió cuestionar el covid ni la honradez del sistema electoral, dos errores que hoy en día se castigan con mucha contundencia, ya que ponen en peligro la capacidad de los sicarios del nuevo orden para controlar a las poblaciones.