Por la doctora Pamela Acker M.S., de su libro Vaccination: A Catholic Perspective

Aparte de las preocupaciones normales acerca de lo apresurado del proceso en el desarrollo de esta particular vacuna, la evidencia histórica muestra que es muy difícil crear vacunas para la mayoría de los virus en este grupo al cual el SARS-CoV-2 pertenece.

El SARS, producido por un miembro del grupo corona, es la primera enfermedad que generó preocupación a nivel mundial. En el año 2002 el virus se extendió desde China y tuvo su pico en el año 2003, y en ese momento el SARS fue catalogado como una pandemia. Ya en 2005 se empezaron a intentar diferentes fórmulas para producir una vacuna efectiva en contra del SARS. Nos encontramos en el año 2020 con otra pandemia de un SARS modificado y aún no hay una vacuna efectiva, y no es realista que en menos de un año los investigadores crearan una vacuna para un virus del mismo grupo.

Tampoco tenemos una vacuna para el MERS-CoV, otro coronavirus que atrajo la atención internacional después de que un saudí varón muere por neumonía en 2012 y la autopsia revelara residuos de coronavirus. El SARS tiene una mortalidad del 10%, mientras que el MERS, del 34%. Por esta mortalidad se han intentado 6400 posibles vacunas en los últimos 17 años sin ningún resultado.

¿Cuáles son las conclusiones de los estudios dirigidos a encontrar una vacuna para este grupo específico? En el prestigioso diario Nature Reviews, para especialistas en este campo, varios científicos concuerdan con las siguientes conclusiones:

1. Los animales que se usaron para el estudio de potenciales vacunas son insuficientes para el análisis de las reacciones severas que ocurren en los humanos con el SARS; por lo tanto, la vacuna puede servir en un espécimen, pero no necesariamente en un humano.

2. Cuando se han hecho experimentos con humanos (con su consentimiento), la posible vacuna no funciona en el grupo de 65 años en adelante.

3. Cuando se trabaja con cultivos vivos atenuados se corren riesgos, ya que ha sucedido que el virus se “active” en su forma original produciendo la enfermedad en la persona en lugar de prevenirla.

4. Las vacunas experimentales con virus corona, por su característica de tener un anfitrión animal, pueden entrar en contacto con virus del mismo grupo que se encuentran en el aire y generar una recombinación que produciría escenarios de infección todavía desconocidos.

Vale aclarar, también, que los coronavirus son los frecuentes causantes de enfermedades respiratorias comunes que todos padecemos durante la estación de frío, razón por la cual el Dr. Yeardon, exvicepresidente de la farmacéutica Pfizer, asegura que el 70% de la población mundial tiene ya inmunidad por su continuo contacto e interrelación con estos virus.

La farmacéutica Pfizer, cuando libera su propuesta de vacuna, aclara que lo hace solo por el estado de emergencia, ya que la propuesta vacuna BNT162 mRNA y la modRNA BNT162b2 están en fase 3 y no se consideran 100% efectivas. Poca información ha revelado Pfizer de sus pruebas de grupo, aunque se sabe que la data principal viene de un experimento en 170 individuos con covid-19 positivo. Tampoco esta vacuna ha sido revisada por los pares científicos, que es el procedimiento americano antes de lanzar cualquier producto nuevo en el mercado. Se han ignorado diecisiete años de idas y venidas y de ninguna respuesta contundente.

El CDC, en los EE.UU., acaba de anunciar que estas vacunas no sirven después de los seis meses de inoculadas porque se pierde la efectividad de la poca o mucha protección que puedan brindar, y se está estudiando la relación que puedan tener como causantes de la variante Delta, que sería la explicación en la opción 2 en las vacunas que no son Pfizer, ya que esta compañía usa una tecnología genética mRNA, que también está actualmente en fase experimental en la población mundial, y que con el tiempo veremos los resultados.

Corresponsal de Estados Unidos.

Corresponsal de Estados Unidos

Leave a Reply

  • (no será publicado)