La verdad es verdad, y la mentira es mentira. San Pablo decía: “Ay de mí si no evangelizare”. No decía: “Ay de vosotros si yo no os evangelizo”. Con esto, queremos decir que evangelizar es necesario para el que evangeliza, al margen de los resultados obtenidos. En este contexto, evangelizar vendría a ser repetir una y otra vez las verdades absolutas para que no se nos olviden a nosotros mismos. En la vida existen verdades absolutas, cuestiones relativas u opinables y mentiras. No todas las verdades son relativas, existen verdades absolutas y corremos el riesgo de olvidarlas por no evangelizar con ellas.
Las cosas son lo que son al margen de cómo queramos verlas, y nuestra vida consiste en situarnos en la verdad o en la mentira. Nuestra debilidad muchas veces hace que no actuemos en consonancia con lo que pensamos, pero esto es algo humano; lo que no se debería hacer es disfrazar como verdad los defectos de nuestras debilidades. Eso está al alcance de todos cuando existe buena voluntad.
Una frase muy extendida es aquella que dice: “Yo respeto todas las opiniones”. Frase que no tiene sentido ninguno, ya que respetar, en el contexto que nos ocupa, significa: “volver a mirar», es decir, no quedarse con la primera mirada que hacemos sobre algo, revisar la primera idea que nos hacemos de algo y volver a mirarlo. Cierto es que, en la mayoría de los casos, es muy sano “volver a mirar” o estudiar y reflexionar una idea preconcebida, pero esto no es algo que abarque a la totalidad de los conceptos. Existen verdades absolutas que no necesitan volver a ser miradas y que por lo tanto son respetables. Se respeta a la persona “siempre”; sin embargo, no siempre se respetan sus ideas.
No se debe respetar la idea de alguien que diga que el agua no es H2O, y no se debe respetar porque es algo que no es cuestionable. No se debe respetar la idea de alguien que diga que PI es 4.1528, porque está totalmente comprobado que es 3.1416. No se debe respetar la idea de alguien que dice que la sexualidad es algo cultural y que depende del gusto de cada cual elegir su sexo. Siempre hay que respetar a las personas; no obstante, nunca sus ideas cuando son mentiras absolutas.
Es una obviedad científica que se es hombre o mujer desde antes del nacimiento, y que el sexo no lo determina el gusto, sino que es una condición inherente al ser humano ante la cual no se tiene derecho a voto. Por otro lado, «razón» es la capacidad que tiene la mente humana para relacionar ideas o conceptos y establecer conclusiones. Cuando detrás de una idea no hay una cadena de razones que la expliquen, y su fundamento solo es dirigido por el gusto, por el capricho o por la atracción, estamos hablando de una «ideología» (visión, en términos clásicos). Existen ideas respetables aunque se expresen de manera distinta unas de otras, como por ejemplo: un tablero de ajedrez, para unos es una tabla blanca con cuadros negros, y para otros puede ser una tabla negra con cuadros blancos. En ese caso, las dos opiniones son respetables porque pueden ser las dos cosas al margen de cómo cada uno lo vea.
Otro caso muy estandarizado es el asunto del aborto. En todo aborto se mata a un niño, y eso es un hecho incuestionable. Que se mate por violación de la madre, que se mate por las circunstancias complejas de una persona o que se mate porque no se está dispuesto a cargar
con un niño por simple egoísmo, no le quita al aborto la circunstancia de que se está matando a un niño. Decir que cuando se aborta no se está matando a un niño es decir una mentira total y absoluta.
En cierta ocasión, el que escribe mantuvo una conversación sobre el aborto con una mujer. Tras darle datos científicos, morales y de sentido común de que en todo aborto se mata a un niño, esta señora dijo lo siguiente:
Vale… no me siga dando datos. Yo sé que usted lleva razón y que los datos que me aporta son ciertos. Esa no es para mí una cuestión importante. Yo, sabiendo que es cierto todo lo que dice, estoy de acuerdo con matar al niño cuando no se le quiere, porque lo permite la ley.
Por unos instantes quedé perplejo, pero terminé agradeciéndole su sinceridad, ya que supe en ese instante que no pensaba así por ignorancia, que lo hacía con pleno conocimiento de causa y que había decidido vender su alma al diablo (aunque siempre estará a tiempo de arrepentirse).
No todo el mundo tiene esa claridad, pues hay personas que no tienen esa capacidad de discernimiento y dicen que la gota de agua, a fuerza de caer, orada la piedra. De esa misma manera, los medios de comunicación golpean una vez y otra con este y otros asuntos falsos que, a fuerza de hostigar la mente de mucha gente, consiguen que acaben aceptando estas mentiras absolutas como verdades relativas. Se suele decir: Actúa como piensas para no acabar pensando como actúas. O como decía San Pablo: Ay de mí si no evangelizare. La pasividad o ponerse de perfil ante las cuestiones termina pasando factura. Este artículo, al margen de la aceptación que tenga, servirá al menos para que al que escribe no se le olvide que, si no manifiesta lo que piensa, acabará pensando como todos esos medios de manipulación masiva que desafían a la verdad absoluta. Medios falsos y que han vendido su alma al diablo… Aunque pueden arrepentirse.