EL COCINERO TEÓLOGO

Publicado en julio 03, 2022, 8:49 am

Dan mucho que pensar los baremos que utilizan los medios de comunicación para determinar la importancia de una noticia. Hemos visto en los últimos días como saltaba en muchos medios la noticia de que el chef José Andrés (José Ramón Andrés Puerta) era tajante sobre el derecho al aborto en Estados Unidos: «Libertad versus imposición». Lo más atrayente de la noticia es que este cocinero se declara católico. Es como si alguien por el mero hecho de ser astrofísico tuviese alguna relevancia en el terreno de la moda (eso en cuanto a cocinero con relación al tema del aborto). Pero, además, dice ser católico y estar a favor del aborto. Eso es como si alguien dijese ser policía y estuviese a favor de los delincuentes.

Algunos medios expresaban la noticia de la siguiente forma:

El chef José Andrés es toda una celebridad en Estados Unidos y todas sus opiniones tienen mucha relevancia al otro lado del charco. El cocinero español, fundador de World Central Kitchen, no es ajeno a la situación que vive el país donde reside desde hace años y ha sido muy crítico con la derogación de la protección del derecho al aborto. 

Es decir, que como es un cocinero de gran prestigio se convierte automáticamente en una especie de sabio, al cual la gente sigue porque se le dan bien los fogones. Y no eso solo, sino que también se declara católico y nos cuenta lo siguiente:

En este sentido, el chef ha reconocido que él es católico y su mujer «católica devota», pero que las decisiones son de cada cual. Por ello, pese a tener «nuestros propios puntos de vista personales sobre lo que haríamos si tuviéramos que tomar una decisión», ha asegurado que siempre apoyará «a todas las mujeres para que tengan el derecho de tomar su propia decisión”.

Véase noticia completa

Más o menos viene a decir que es católico, pero que hace lo que le da la gana sin tener en cuenta la doctrina. Para ser católico, como para ser juez, como para ser abogado, como para ser cualquier cosa en la vida, hay que conocer la materia e intentar aplicarla. En el caso de ser católico, si la debilidad humana impide cumplirla con perfección, se dispone de la ayuda de los Sacramentos y poco a poco y a lo largo de la vida la conformidad con la doctrina se irá produciendo. Ese es el camino católico. Pero se esté en el punto que se esté, el mínimo indispensable es estar de acuerdo con la doctrina, aceptarla e intentar practicarla lo mejor posible.

Decir lo que ha dicho este hombre sería como decir que le gusta el fútbol, pero que el balón debería ser ovalado, las porterías altas en forma de H y que la pelota se debería poder coger con las manos. Eso no es fútbol amigo mío: eso tiene nombre, no es fútbol y se llama rugby. No podría yo decir que no es católico por pensar así, pero de catolicidad entiende muy poco.

No sería de extrañar que una persona, tenga la profesión que tenga, pueda haber profundizado en su fe y ser conocedor de la doctrina. Pero tenemos muy claro que este señor no es una de ellas, porque opina totalmente en contra de lo que esta manifiesta. En ningún otro campo de la vida le daríamos resonancia a la opinión de alguien que no tiene nada que ver con algo. No pediríamos la opinión de un abogado para tratar una enfermedad. No pediríamos la opinión de un mecánico sobre un tema filosófico. No pediríamos la opinión de un carpintero para interponer una demanda. Pero en este caso sí. En este caso la opinión de un chef parece que tiene una importancia capital sobre el aborto sin ser experto en biología, sin ser experto en moral y sin conocer tan siquiera la doctrina que dice profesar (según se desprende de sus comentarios). La doctrina católica se manifiesta con una claridad meridiana en esta cuestión del aborto, y podemos verlo en el Catecismo de la Iglesia, en los puntos 2271-2272.

2271 Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral.

«No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido» (Didajé, 2, 2; cf. Epistula Pseudo Barnabae, 19, 5; Epistula ad Diognetum 5, 5; Tertuliano, Apologeticum, 9, 8).

«Dios […], Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables» (GS 51, 3).

2272 La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae” (CIC can. 1398), es decir, “de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito” (CIC can. 1314), en las condiciones previstas por el Derecho (cf CIC can. 1323-1324). Con esto, la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia, lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.

El Catecismo no deja lugar a dudas en cuanto a la doctrina católica sobre el aborto. Más aún, debiera examinar el chef si pesa sobre él pena de excomunión, ya que no podemos determinar con exactitud si salir en los medios declarándose a favor del aborto puede llegar a tener el efecto de convencer a algún incauto que crea que un cocinero pueda sentar cátedra sobre estas cuestiones, y llevado de su “magistral opinión” se animase a abortar, con lo cual, el famoso guisandero vendría a estar excomulgado.

El Catecismo de la Iglesia Católica contiene la exposición de la fe, doctrina y moral de la Iglesia Católica, atestiguadas e iluminadas por las Sagradas Escrituras, la tradición apostólica y el magisterio eclesiástico. Con el solo catecismo resolvemos el error del chef José Andrés. Pero, no obstante, echemos un vistazo a algunas de las razones bíblicas de porqué el aborto, la destrucción deliberada de un niño en el vientre, está muy mal:

  • Al comienzo del libro del profeta Jeremías, probablemente escrito en el siglo VII a.C., el autor presenta las palabras que Dios le habría dicho: «Antes de que te formase en el vientre te conocí, y antes de que nacieras te santifiqué».
  • En el salmo número 139, el autor alaba a Dios y dice: «Tus ojos han visto mi cuerpo aún sin forma». «Y en tu libro estaban escritas todas estas cosas, que a continuación se formaron, cuando aún no había una de ellas».
  • La matanza de niños es condenada por Dios, de manera particular, a través de los profetas. En la tierra que Dios dio a ocupar a su pueblo, las naciones extranjeras tenían la costumbre de sacrificar en el fuego a algunos de sus niños. Dios dice a Su pueblo que ellos no deben tomar parte en este pecado. Sin embargo, sí lo hicieron, según lo narra el Salmo 106: «Sino que se mezclaron con ellos y los imitaron… Sacrificaron a sus hijos e hijas a los demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos e hijas, que sacrificaron a los ídolos de Canaán; la tierra quedó manchada de sangre» (Salmo 106:35, 37-38).

De hecho, este pecado de sacrificio de niños es mencionado como una de las principales razones por las cuales el Reino de Israel fue destruido por los asirios y su gente llevada al exilio. «Sacrificaron a sus hijos e hijas por el fuego… entonces Yahveh se enojó muchísimo y los arrojó lejos de su presencia» (2 Reyes 17, 17-18).

Podríamos seguir y seguir dando argumentos bíblicos sobre esta execrable práctica del aborto. Pero como ya dijimos antes, solo nos basta con el Catecismo, ya que es doctrina consolidada de la iglesia, y cualquier católico mínimamente experimentado no debería tener ninguna duda sobre este particular.

Corresponsal de España

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