LAS FALSAS CRISIS DE ALIMENTOS

Publicado en julio 25, 2022, 10:38 am

Mientras el ganado aparece muerto en los campos de Estados Unidos y veintiséis depósitos de alimentos se queman sin remedio, el agua se desperdicia en California tirándola al mar y negándosela a los granjeros; y ni hablar de construir reservas y diques para disponer de más agua. Lo anterior, unido a las medidas restrictivas a los granjeros de Europa y, en especial, más duramente, a los del país naranja donde la reina es argentina, sí, Holanda. A pesar del desperdicio, nuevos métodos de producir comida se crean, como la compañía israelí que produce microhorticultura en contenedores pod grandes como los pod de café, y el ser humano siempre busca la forma de solucionar los nuevos desafíos.

Mientras el mundo avanza la gente retrocede y pocos son los culpables: los sospechosos de siempre, las elites mundiales que están detrás de todos los gobiernos digitando todo lo que hacen. Después del evento Pandemia ya está todo a la luz. A quién le puede importar lo que pasa en el lado opuesto del mundo cuando uno no tiene ni para pagar la gasolina y menos aun para comer. Las excusas globales a los problemas locales no tienen ningún sentido para nosotros los ciudadanos de cada país, pero la verdad es que el globalismo es así como funciona, o al menos las excusas de los globalistas. Perdemos dimensión de nuestros propios problemas y soluciones locales y nos hacemos dependientes de lo que alguien a 10 kilómetros de distancia decide, alguien que esta sentado en un escritorio gigante en un cómodo sillón ergométrico de cuero de oveja. No es que tengamos mucha opción, por ahora.

Pero EE. UU. tiene comida en abundancia. El país es casi un continente con diferentes climas, desde los más extremos hasta los medios. Mientras en muchos lugares los estantes de los supermercados mermaron sus productos, en otros la provisión sigue intacta, pero, en un twist orwelliano, en los últimos meses 53 millones de americanos recibieron comida del Banco de Comida o Food Bank, números que subieron gracias a las medidas restrictivas de la tan mentada pandemia.

Katie Fitzgerald, presidente de esta institución gubernamental, alienta al sector público a que la gente compre más alimentos, mientras que el precio de la gasolina, determinada por una guerra a miles de kilómetros, sube y encarece todos los productos que necesitan ser transportados de alguna forma a los centros de abastecimiento. La inflación es rampante ahora en el país del Norte, nunca lo he vivido así desde que me he mudado aquí, pero me hace acordar a los mejores años inflacionarios de Argentina. Wait a minute!, me digo, pero si yo esto ya lo viví, es como un replay mental, un dejavú. El americano promedio no tiene idea cuan malo es imprimir dinero sin respaldo y cuan mala es la inflación; ninguno de los sueldos puede nunca balancearse al ritmo que la inflación crece y los salarios se desvalorizan, ¿es una carrera que ya tenemos perdida y será la hora de comprar yenes?

El Gobierno está comprando alimentos a los productores a precio competitivo y mandando esos alimentos a los bancos que ayudan a una población diezmada por la pandemia, y, como bien sabemos, el hilo se corta por la parte más débil. En un año la gasolina ha aumentado un 59 %, la electricidad un 13 %, especialmente por los programas de energía solar, y la comida un 15 %. El beneficio de cupones de alimentos está cubriendo ahora a 40 millones de americanos en un país que es una de las potencias mundiales, aunque quizá ya tendríamos que dejar de pensar en esos términos, pues el gobierno mundial es un pulpo y sus tentáculos están extendidos por doquier.

No es que me oponga a la colaboración, pues la colaboración es necesaria para el avance de las economías locales y allí se tienen que resolver con cerebros locales y personas que vivan en la región. La colaboración tiene que ser pareja, lo que significa que un sector no gana a costilla del otro, sino que todos ganan. El globalismo no es colaboración, aunque así lo parezca o lo vendan, es el control de los recursos de los países soberanos para su propio avance, el avance de las elites que poco se relacionan con los países más despojados y remotos de la tierra. El globalismo es otra forma de colonización, probablemente nada cambia, y como dice Sandro: “¡Eh!, al final la vida (el mundo) sigue igual”.

Corresponsal de Estados Unidos.

Corresponsal de Estados Unidos

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