En el Corbett Report, del 23 de julio de 2022, James Corbett escribe:
“Todos somos ahora agricultores holandeses. En este momento se está librando una batalla entre los agricultores de los Países Bajos y los tecnócratas de su Gobierno, que buscan dejarlos sin trabajo y cerrar sus granjas en nombre de la gran guerra de los globalistas, la agenda 2030. Y, como también recordarán, les dije que no importa en qué lugar del mundo se encuentren o su posición en la sociedad, esta pesadilla del gran reinicio vendrá para ustedes también.
A continuación, varios ejemplos de esto. Irlanda: el Times de Irlanda informa que, para que el país cumpla los objetivos del Tratado de París, de manera equitativa a nivel mundial los agricultores irlandeses tendrán que hacer recortes drásticos en sus emisiones de “efecto invernadero”, según parámetros puestos por ellos mismos. Esta medida incluye una reducción del 40% de metano, o sea, eliminar la ganadería, ya que la defecación animal produce dicho gas, gas que se puede transformar en energía y ser reciclado, pero es mejor una absurda y extrema medida, ya que el objetivo es en realidad la destrucción de todas las pequeñas granjas y por ende la autosustentación de miles de familias. Aunque el mismo Times y otros medios acólitos, como Buzz.ie, tratan de arengar a la población para que se manifieste en contra de los granjeros, un creciente movimiento de protesta en contra del mismo Gobierno ha surgido en apoyo de los agricultores, que después de todo son los que dan de comer a Irlanda.
La guerra global por la independencia (GWFI) también surgió en Sri Lanka, mientras que el presidente de este país huye en medio de feroces protestas por el colapso de su economía, fenómeno que pasó, no de acuerdo con una historia oficial publicada por los medios, sino por las medidas globalistas impuestas a ese país. Paso a contar los detalles, aunque no muchos de ustedes siguen la información de Sri Lanka, sí estuvo en las primeras páginas por el colapso de su economía, y no solo miles de personas salieron y tomaron las calles y el caos surgió, sino que también la oficina del primer ministro fue asaltada. Noticias como las publicadas por la BBC, “Los productores de té de Sri Lanka luchan por sobrevivir”,verdad en esa afirmación, y también que la mayoría de la producción de té está en manos de pequeños agricultores que no pueden recuperarse del impacto de la prohibición del uso de fertilizantes, o la reducción de los mismos, alegando que esa medida política fue para proteger las menguantes reservas de divisas del país (¿?).
Como bien menciona Paul Homewood en su blog Not a Lot of People Know about that, estas medidas fueron dadas por el presidente siguiendo mandatos del Foro Económico para avanzar el famoso y trillado “cambio climático”, y no tienen nada que ver con la protección de las divisas. Las justificaciones del accionar del presidente fueron muchas y rápidas, pero, al final, hasta los mismos medios tuvieron que admitir que las restricciones dañaron a los productores de té de Sri Lanka y los llevó al precipicio. Al mismo tiempo, el presidente fue presionado por el Fondo Monetario Internacional, al que el país debe un montón de dinero, como también al Banco Mundial, que le exigió ajustar las calificaciones ambientales prescritas por la ONU. Básicamente, tenemos unos rufianes que manejan los destinos del mundo, que matonean a los líderes de los países para contraer deudas que saben que nunca van a poder pagar y al mismo tiempo le exigen que a cambio de ese dinero tienen que seguir un programa suicida de pacto económico. El mismo expresidente, ya caído en desgracia, pronunció en la cumbre del COP26, en Glasgow, en el 2021, un discurso en el cual se jactaba del compromiso que tenia Sri Lanka con la agenda eugénica del carbono y culto a la muerte globalista”.
Podemos decir más de este hombre llamado Ranil Wickremesinghe, en la tercera y última parte.