ABUSO DE NIÑOS: UN NEGOCIO CRECIENTE

Publicado en octubre 09, 2022, 11:19 pm

En este caso me refiero a la transformación ficticia de un género al otro, y digo ficticia, ya que no podemos cambiar nuestra biología, aunque podamos hacerlo en forma superficial tomando drogas y sometiéndonos a cirugías, algunas irreversibles como la castración y las mastectomías.

Específicamente me voy a referir a los niños que han sido convencidos de que el género natural con el que nacieron, de alguna manera está equivocado, y que si siguen todos estos procedimientos y se “transforman y adquieren las características del sexo opuesto todo va a estar bien”.

En EE.UU. más de cuarenta clínicas de cambio de sexo han proliferado, y una de las más conocidas es la de la Universidad de Vanderbilt y su hospital escuela. La legislación es confusa, ya que se protegen con términos legales donde no especifican exactamente los tratamientos a llevar a cabo en estos niños, niños que están influenciados por la propaganda a través de shows, películas y de los medios, que son instrumentos para la normalización de estos comportamientos. Últimamente vemos hasta en networks, como Disney, que antes se dedicaban a la preservación de la inocencia de los niños, ahora empujan, como ellos mismos lo admiten, la noción de que los niños tienen alguna preocupación con su sexualidad, cuando eso no está más lejos de la mente de un niño, que todo lo que quiere es jugar y descubrir el mundo y amar a sus padres, familia, amigos y mascotas.

Pero los niños quieren atención, especialmente en esta era en que los padres están tan ausentes y ocupados. Cualquier cosa que un niño diga y haga a los padres reaccionar y prestarle una atención inusitada, es una tentación muy grande para dejarla pasar. Por otro lado, hay padres que corren al doctor porque vieron a su hijo probarse las ropas de la hermana, o si sus niños preguntan qué significa ser varón o niña, curiosidad que surge del mundo virtual y la propaganda mediática, temas que los niños no entienden porque no tienen la madurez de poder decidir esas cosas, como tampoco tienen la madurez para decidir a qué hora ir a la cama, o levantarse para ir a la escuela, o comer sano, o jugar todo el día, o cuándo mirar televisión. Los niños no están formados todavía para tomar ese tipo de decisiones, los padres las toman por ellos. Lo grave es el daño irreparable, pues ya muchos que se han arrepentido están hablando para despertar a la población de esta epidemia de abusos a los niños, a los que se supone debemos proteger, a los más inocentes.

El dinero es el principal motivador, pero no el único de estos inescrupulosos. El doctor Shayne Sebold Taylor, de la Clínica Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, revela los precios que cobra: van de 20 mil dólares a 100 mil por cirugía y hormonas, y cuanto más temprano empieza la transformación más dinero gana. Ahora, la edad es justo antes de la pubertad, y a los 10 o 12 años se empieza con los bloqueadores que evitarán que la pubertad se manifieste. De esa manera se le puede implementar toda una plétora de drogas, en su mayoría hormonas, que les darán las características del sexo opuesto. A los 16 años ya es legal la castración, sacarse las mamas y los implantes, ¡a los 16! Todas esas decisiones para un adolescente de esa edad, ¿se imaginan?

Estas clínicas empezaron en el año 2018 en el territorio estadounidense, aunque en estos días hay una gran indignación del público, que con el conocimiento de que el objetivo, o el blanco, son los niños, participan de las reuniones escolares para verificar el contenido de lo que les están enseñando y aconsejan a los padres a que tengan control sobre el material que sus hijos están mirando en las redes o a través de la tecnología. Un niño no es suficientemente maduro para sopesar todas las consecuencias irreversibles de estos procedimientos médicos, pero los padres deben serlo. La liga de padres de familia y las iglesias de distintas denominaciones han puesto el grito en el cielo, pero esta agenda demoniaca de esterilización paulatina sigue su curso y está en nosotros decir ¡no!

Corresponsal de Estados Unidos.

Corresponsal de Estados Unidos

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