El Doctor norteamericano Scott French, experto e investigador de la Sábana Santa de Turín (Torino), afirma la autenticidad de la misma en una conferencia reciente que podemos encontrar también en YouTube. La Sábana ha sido estudiada desde los años 60 hasta que, en los años 90, un estudio realizado con base en el carbono 14 descubrió aparentemente que el pedazo de tela que se tomó como muestra databa alrededor del año 1500, pero se determinó que este resultado era falso. Nuevas tecnologías implican estudios más precisos, y aunque todavía El Vaticano no pronunció un veredicto, las pruebas son irrefutables.
Nombraré algunos estudios y sus conclusiones. La imagen de un cuerpo en reposo mortuorio está impresa en la Sábana, pero esta impresión no está en el tejido sino en 3D. Esto se comprueba después de ser estudiada con una tecnología BPN de telescopio electrónico, a nivel de micrones, tamaños que el ojo humano no puede aprehender. La impresión está hecha con luminiscencia que llevaría una energía de 6 millones de watts producirla, pero que si eso fuera posible quemaría la tela hasta hacerla polvo. Por la Transfiguración relatada en el Evangelio podemos entrever la naturaleza divina y la luz que no hiere que irradia Jesús.
La sangre analizada, que también se encuentra en la Sábana, es de tipo AB+, que coincide con la sangre de los milagros eucarísticos, empezando por el de Lanciano, Italia, alrededor del año 700, o el de Buenos Aires, Argentina, en los 60, o el más reciente, en Polonia, el 25 de diciembre del 2013. La eucaristía se ha convertido en tejido vivo del corazón y un poco de sangre sale de la misma, sangre del tipo AB+, así como también la hallada en el sudario de Oviedo, que es un paño más pequeño que cubrió solo la cara del Mesías, cubriéndole después con lo que conocemos como la Sábana Santa de Turín.
También varios expertos en polen identificaron los pólenes, que coinciden con la historia de la Sábana de todos los lugares que ha estado, incluyendo Constantinopla, Lombardía y Chambre, donde recibió varias quemaduras en el año 1522 por un incendio. A raíz de este suceso, las Hermanas Clarisas la remendaron poniendo parches de tela de algodón, hecho que llevó a la confusión cuando fueron esas partes las que analizaron con las pruebas de carbono 14. Esa tela de algodón no existía en el año 1, pero más tarde se hicieron muestras con otras partes de la Sábana y los resultados ubican a la Sábana en el primer siglo de nuestra era. También el polen que está alrededor de la cabeza, que previamente no había sido identificado, fue cotejado con el banco clasificatorio de plantas de la Universidad de Tel Aviv, y pertenece a una planta autóctona de Jerusalén.
La Sábana de Oviedo se superpuso a la Sábana Santa y las marcas coinciden perfectamente, y también se han encontrado impresiones de las monedas que fueron usadas para cerrarle los ojos y que corresponden a esa época del Imperio Romano.
Vale aclarar que la Iglesia siempre se mantiene cauta con milagros y otras reliquias arqueológicas, pero también ha designado expertos para estudiarlos, y, para ser imparciales, El Vaticano ha contratado científicos no católicos e incluso muchos ateos, y otras veces ha mandado a analizar las eucaristías, sin decir lo que son, y los patólogos designados no podían creer lo que veían, ya que ningún tejido puede permanecer vivo fuera por mucho tiempo del cuerpo al que pertenece.
Mucho después de haber participado en estos estudios se han convertido, ya sin poder negar la existencia de Dios y del mundo sobrenatural espiritual o divino, como lo querramos llamar. Que no estamos solos ya lo sospechábamos, pero las acciones de Dios en la tierra, a las que llamamos milagros, son para recordarnos que Dios está presente y está a cargo de la vida, que Dios nos ama y no nos abandona, que aunque vivamos en una era relativista, Él todavía existe y existirá por siempre y que nosotros también somos criaturas eternas, como el mismo Doctor French concluye después de haber estudiado casos NDE o fenómenos de experiencias de muerte; que el pensamiento no está en las neuronas, que el alma es la que piensa porque la conciencia está en ella, no en el cerebro. No somos cuerpos con almas, sino almas espirituales (los animales también tienen alma, pero no espíritu) que tienen cuerpo, o sea, una parte física o material, y que nuestro destino es el Cielo y allí nos quiere Dios después de esta casa temporaria llamada Tierra.